Sobre el inicio de mi lectura de Hegel (2024)

Sobre el inicio de mi lectura de Hegel

Joaquín Miras [*]





Correo del 2 de abril de 2024

Querido Gerard: las dos primeras obras que leí de Hegel fueron la Introducción a la historia de la Filosofía, que había sido traducida por Eloy Terrón, camarada del partido, leonés del Bierzo, para Ed. Aguilar de Buenos Aires, y que fue reeditada por El País como libro de regalo dominical, sin citar su traductor. Obra pequeña, relativamente fácil. Y luego, Lecciones de filosofía de la historia, la traducida en Alianza, según un texto de Lasson, que trabaja manuscritos de clase de Hegel, que ya son inencontrables, porque fueron quemados en el bombardeo de Dresde por los aliados durante la segunda guerra mundial; obra extensa, que tú conoces, de la que, posteriormente, leí con vosotros [en uno de los seminarios de Joaquín dedicados a Hegel] la primera y la tercera parte. La fecha de primera lectura es de 2010, pero me extraña, porque tengo consciencia de haberla leído antes de la Fenomenología. Y sí he encontrado la fecha de inicio de la primera lectura de la Fenomenología del espíritu, que hice en la edición de Pretextos, de Valencia, con la tradu de Jiménez; las fechas son 31-X-08, a 23-X-09. Esa es la verdad, más de un año. Luego me compré la tradu de Antonio Gómez Ramos, que encontré en Gredos y tomé de inmediato, «segunda lectura inmediata»; la fechas de lectura son 10-IX-13, a 27-II-14. O sea, dos lecturas seguidas, desde el 8 al 14, en dos traducciones distintas, que ha hecho que os insistiera mucho en lo de las tradus, lecturas que sólo indican que soy un perro de presa, que me matan a palos pero no suelto lo que muerdo. O sea, un obsesivo. A continuación hice la primera lectura de un estudio, porque como filólogo sé que éste debe ser el orden de lectura: fue Del Yo al Nosotros, de Valls, del 27-IX-11, al 28-XII-11. Porque, sin conocer el texto comentado, no sabe uno si está ante un comentario que es una genialidad -el de Valls, lo es- o ante una idiotez. Supe por entonces que existía una edición en Abada, bilingüe, de la tradu de Gómez, y la adquirí. Esa es la misma tradu, pero con el texto alemán, que es muy, muy conveniente tener, aunque no se sepa alemán, como es mi caso, pero puedes ir controlando los términos técnicos originales; y es el libro que he usado para el seminario de lectura de la Fenomenología, desde 2017 hasta ahora mismo que estamos terminando su lectura. Si releemos el prólogo, cosa aconsejable, todavía durará hasta marzo del 25.

En cuanto al porqué de la decisión de leer a Hegel. Primero había leído a Lukacs. Las dos primeras obras, sin más. Que fueron Historia y Conciencia de Clase, y antes, El asalto a la Razón (para la literatura del siglo XX, Nietzsche en España, etc). Noté que sabía mucho, que citaba a Hegel, etc, pero esto fue en la época de la universidad o poco después y la cosa quedó así, sin más. Luego, años después, leí las Conversaciones con Lukács, que leí en el 78 y luego, el texto sobre la democracia, escrito por lukacs e inconcluso, del 68, que leí en el 86, en la edición española -argentina- y, luego, en la francesa. Y estos dos textos, la tercera conversación y el libro sobre la democratización de la vida cotidiana me hicieron ver la importancia para la política de todo eso que ignoraba. Que estaba ante un… marxismo distinto. Gracias a eso, me puse a leer la Estética, creo que en el 88, ahora no tengo la edición aquí, y no sé las fechas, fueron 9 meses. Creo que es del 1988; y la pude leer en clave política, para explotar la obra desde las dudas y preguntas que me planteaba la experiencia catastrófica de la militancia derrotada. Y ahí es donde me di cuenta de que Hegel era fundamental. Aun más cuando leí, posteriormente, bastante después, su El joven Hegel, del que no me creí cosas hasta que leí los textos de juventud de Hegel editados por Ripalda en Fondo de Cultura, que comencé a entremeter entre lecturas, a partir del 2010, dado que eran tamaño artículo o ensayo. Porque Lukacs decía que el joven Hegel había sido un entusiasta revolucionario de la Revolución francesa. Se ha escrito tanta basura, y se han dicho tantas mentiras -no son mentiras, para ser mentira, uno ha de haber leído a un autor y, luego, ha de decir lo contrario que ha leído a sabiendas; los tarugos esos, no han leído a Hegel, bueno- que pensé que era un "arreglillo" de Lukacs. No, no lo era. Y Hegel siempre celebró el aniversario del 14 de Julio, a pesar de haber reconsiderado cosas sobre la Revolución Francesa. También me parecía que el anticapitalismo de Hegel, con el que lo presentaba Lukács, era otro "apaño"; no lo era, tampoco. Estaba clarísimo que había, que yo tenía que leer a Hegel. Me quedó como asignatura pendiente. Posteriormente, leí los Quaderni de Gramsci, de los que hice una segunda lectura, colectiva, y durante 5 años, en Espai Marx, cuando leímos, como seminario, los Quaderni de Gramsci, hasta el 15 o el 16 si mal no recuerdo. Ya en la primera lectura, hecha a solas, para mí, era vertiginoso: había que leer a Hegel, así que me puse a ello tras esta primera lectura tardía de los Q. Debo decir que la alternativa de modelo de... "marxismo", de estos hegelianos, o hegelianos marxistas de la praxis, solo la percibí una vez leídas las Conversaciones, El Hombre y la democracia y la Estética, de Lukacs. No en Gramsci, a pesar de haber leído, antes, textos políticos suyos, la antología de Sacristán, y la de Pasado y presente de Mèxico, y un tomo sobre los intelectuales, y otras cosas. Pero la clave de lectura no había sido la adecuada, no acerté a darme cuenta de lo que se cocía, de la radicalidad de la noción de eticidad y los cambios que exige en el instrumento intelectual y en la mediación política, la creación en proceso de un sujeto antes inexistente, que se define por su cultura "eticità" y cuyo resultado, si se logra, se denomina nuevo estado. Creo que es lo que me preguntas.



[*] A raíz de la publicación reciente en este blog de una nota de 2009 titulada "¿Por qué leer a Hegel hoy?", tal vez el primer texto público que Joaquín dedicó a Hegel, se le preguntó sobre la cuestión: cuándo exactamente había comenzado a leer a Hegel y qué le había llevado a ello. Esta es su respuesta.

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