Nuestro mundo no es de este reino (2006)

Nuestro mundo no es de este reino 

Joaquín Miras [*]




Vivimos momentos de cierta efervescencia movilizatoria en torno al estatut nuevo. Se produjo la movilización de hace tres semanas y hay debates sobre el nuevo estatut y sobre cómo modificarlo. No es que me parezca mal. Ni bien. El estatut nuevo, como el viejo, es una pieza de la constitución y del régimen de la monarquía española nacida en 1975, por la ley orgánica de Franco –en 1975, no en 1978, con la constitución-. Lo han elaborado elites de los partidos que avalaron e impusieron la Transición y la reforma política.Y que defienden el régimen de la monarquía parlamentaria española. Dentro de esas fuerzas que constituyen el régimen actual se cooptó a la socilademocracia y a los nacionalistas, que constiutyen dos de los tres pilares fundamentales del régimen. El disenso y los choques que se puedan estar produciendo son internos al régimen; no al régimen económico capitalista –ni remenciona el asunto, por favor- sino al regimen político actual y a las correlaciones de fuerzas que dirimen poder económico y social real, claro, entre las diversas fracciones de clase dominante. Esta situación me recuerda algo el pasado, también. 

En 1976 se invitó a los comunistas a aceptar la cooptación; y fue aceptada. Se entró en las instituciones: guerra de trincheras y casamatas… donde se consideraba que las casamatas eran las instituciones¿? Rápidamente se profesionalizó el personal: los sindicalistas, los munícipes egregios, todos empezaron a vivir del erario. Por eso cuando algunos comenzaron a movilizarse y a gritar viva la URSS, pues yo, aunque no era prosoviético –por la G. de papá Sacristán- pues pensé que ese grito no cabía en el sistema y que quien lo lanzaba debía saberlo. Bueno, pues no, la fuerza que los lanzaba iba encabezada por personas que en su mayoría siguieron deseando entrar en el area del juego institucional, donde se cobraban sueldos y había canonjías. Algunos lo gritaban porque no sabían manejar la paleta del pescado y les iban a echar “los otros más finos” de las posibilidades de acceso a los cargos retribuidos: ese equívoco se me da que se está produciendo de nuevo en clave-tecla nacionalera.

Creo que debemos aclararnos sobre una pregunta: ¿somos los derrotados de la transición y los exluidos del régimen? Sí o no. ¿Podemos no ser los excluidos y los derrotados con las ideas que sustentamos? ¿o nuestras ideas son tales que sería tonto no subirse al carro institucional? ¿Permite el régimen monárquico, con sus estatuts y sus fuerzas nacionalistas retribuidas que nuestras ideas sean de curso? Creo que debemos recordar que somos LOS DERROTADOS de la transición y los excluidos del Régimen de la monarquía. Nosotros hemos renunciado a muchas cosas: a ser y estar en. Somos exilio interior donde otros no los son: los alcaldes, los concejales, los diputados, los cátedros…. No debemos hacer cosntar esto ni como revancha ni como nada, ni para exigir nada para lo futuro (ya somos historia, por otra parte, por kilos y años): el régimen daba opciones; el que se quedó fuera es porque “quiso”. Pero, por ello mismo, no voy a renunciar a mi primogenitura de exilio interior de la monarquía, no voy a entrar dentro por un estatuto más de la monarquía, que además, obedece a las decisiones de las elites del régimen, y que, en la medida que tiene razones por detrás, son las de la pésima elaboración de una constitución que no define en su titulo VIII dónde se decide y delibera cuánta pasta se lleva cada autonomía: se ha funcionado de ejecutivo a ejecutivo; tú catalán, tú canario, tú cántabro, vente por la Moncloa: qué necesitas y qué me votas. Por eso, no hay datos oficiales en ninguna parte de los que está recibiendo ninguna autonomía y qué parte de pastel es, en cambio sí se sabe cuánto gasta el ministerio de la vivienda, etc. 

Nuestro mundo no es de este reino. Por lo demás, todo está por hacer: una nueva cultura que ande hacia un nuevo régimen político que nazca de la desaparición y en ruptura con el presente. Sin rrrradicalismos ni verbalismos. Sin renunciar a las posibilidades de democratización que otorgan las libertades públicas: las posibilidades reales. Las de que la gente se autoorganice de forma autónoma y luche y genere un nuevo ser social, no las posibilidades de huntar en la pringue de las instituciones. Y lo de las instituciones, pues con las masas organizadas, porque este además no es nuestro régimen… y vemos a Lula: qué rápido se corrompe el asunto: con barretina o sin ella. 

Podemos llegara a organizar una sociedad nueva, una república de trabajadores libres asociados, una democracia: podemos hacerlo partiendo del presente –alguien lo verá en el futuro- y luchando codo con codo con los que vivimos y somos, que no somos ángeles del cielo, podemos partir de los recursos civilizatorios que tenemos a nuestro alcance, y en primer lugar de la paciencia, de la moderación –verbal-, del aprecio mutuo, de la piedad para con los subalternos, etc., pero no creo que se pueda hacerlo teniendo como objetivo estar en el régimen, incorporarnos al poder institucional actual, no porque no debe haber instituciones (otro peligro que conozco en carne propia: no me percataba de la gravedad de las aceptaciones de la Transición: total, el comunismo es una Parusía tan grande que no quedaba mancillada por aceptar por el momento esto o lo otro, ya se cambiaría: la falta de corporeidad de los ideales mata), sino porque deberemos crear otras nuevas; entre todos, entre toda la plebe, claro. Bueno, eso.



[*] Nota personal de Joaquín Miras

Comentarios