Apuntes de lectura de Contrahistoria del liberalismo, de Domenico Losurdo (2005)

Apuntes de lectura de Controhistoria dal liberalismo, de Domenico Losurdo, Ed. Laterza, Roma, 2ª edición, 2006 (2005)

Joaquín Miras [*]



Propósito del libro. (p. VIII) “no el pensamiento liberal en su abstracta pureza, sino el liberalismo, es decir, el movimiento y la sociedad liberales en su concreción. Como respecto de cualquier otro gran movimiento histórico, se trata de investigar, desde luego, las elaboraciones conceptuales, pero además, en primer lugar, las relaciones políticas y sociales en las que aquél se expresa, así como la relación más o menos contradictoria que se establece entre estas dos dimensiones de la realidad social”.


Capítulo 1. ¿Qué es el liberalismo?

p. 3-4) Calhoum, vicepresidente de los EEUU a mediados del XIX, entona un himno apasionado a la libertad del individuo, rechaza toda interferencia del estado sobre el individuo, y proclama la esclavitud un “bien positivo” de la humanidad y de la civilización; irrenunciable.

p. 4) “¿Es Calhoum o no un liberal? Ninguna duda le cabe al respecto a Lord Acton, figura de primer plano del liberalismo de la segunda mitad del XIX, consejero y amigo de William Gladstone. (...) a los ojos de Acton, Calhoum es un campeón de la causa de la lucha contra el absolutismo en cualquiera de sus formas, incluido el “absolutismo democrático”.  Calhoum [para Acton] (...) “un distinguido individualista” (...) un campeón de la “defensa de los derechos de la minoría contra los abusos de una mayoría inclinada a la prevaricación” o como el teórico del sentido de la mesura y de la auto limitación que debe ser el propio de la mayoría”.

p. 5) “Estudiosos de la Revolución Francesa bastante prestigiosos, y de segura orientación liberal, no dudan en definir como “liberales” a aquellas personalidades y a aquellos círculos que tuvieron el mérito de oponerse a la deriva jacobina, pero que, por otro lado, estaban incansablemente empeñados en la defensa de la esclavitud colonial”.

“John Locke, (...) también el filósofo inglés (...) considera obvia y pacífica la esclavitud en las colonias y contribuye personalmente a la formalización jurídica de esa institución en La Carolina. (...) Locke es el “último gran filósofo que busca justificación para la esclavitud absoluta y perpetua” [Davis]. Lo que no le impide, por otro lado, denunciar [bollare] con palabras de fuego la “esclavitud” política que la monarquía absoluta querría imponer”. [al igual que Calhoum] [Locke] “pone en guardia contra una centralización de los poderes que ponen en peligro de convertir “a los gobernados” en “esclavos de los gobernantes”. Ciertamente, el estadista americano es propietario de esclavos, pero también el filósofo ingles tiene sólidas inversiones en la trata de negros” 

p. 6) Calhoum sobre Washington: “él era uno de los nuestros, un propietario de esclavos y un plantador”.

p. 7) “Tomemos ahora a un contemporáneo de Locke. Andrew Fletcher es un “campeón de la libertad” y, al mismo tiempo, un “campeón de la esclavitud”. En el plano político declara ser “un republicano por principio” y en el plano social “un profeta escocés de la Ilustración”. (...) expresando posiciones bastante semejantes a las de Fletcher hay un contemporáneo y coterráneo, James Burgh, que goza incluso de la estima de los ambientes republicanos a la Jefferson, y es citado con predilección por Tomás Paine en el opúsculo más célebre de la Revolución Americana (commom sense)”.

“Fletcher y Buró están hoy casi olvidados (...) entre los exponentes de la tradición liberal. El caso es que, al destacar la necesidad de la esclavitud, ellos piensan en primer lugar, no en los negros de las colonias, sino en los “vagabundos”, en los mendigos, en el populacho [plebaglia] ocioso e incorregible de la metrópoli. (...) Francis Hutcheson (...) recalca que en lo que respecta a lo que hay que hacer con los “niveles más humildes” de la sociedad, la esclavitud puede ser “un útil castigo”, esta debe ser el “castigo normal para aquellos vagabundos gandules, que incluso tras haber sido justamente advertidos y sometidos a servidumbre temporal, no logran el sustento para sí mismos y para sus propias familias mediante un trabajo útil”. Estamos ante un autor que si bien siente rechazo por la esclavitud hereditaria y racial, reivindica sin embargo una especie de esclavitud penal para aquellos que, independientemente del color de su piel, deben ser considerados [resultar] culpables de vagabundeo”.

Comentario: Rápidamente, Losurdo nos hace comprender que lo que caracteriza al pensamiento del movimiento liberal real, histórico, es su carácter aristocrático y selectivo: comunidad de los libres, reconocimiento entre ellos, libertad plena de todos ellos, y exclusión hacia los demás, a los que no se les reconoce ni derechos ni tan siquiera la plenitud de carácter humano. No el concebir la libertad como disfrute privado de bienes poseídos; esta idea, repliegue liberal ante la universalidad de derechos propuesta por la Revolución Francesa, como veremos.

Están contra toda interferencia del estado contra su libertad pero son republicanos.

Problema de Losurdo. Debiera haber estudiado más las teorías republicanas. Es una tradición anterior al liberalismo y las elites aristocráticas liberales las utilizan en su versión aristocrática, pero no son los inventores del republicanismo; les regala el invento del republicanismo y de la democracia.

No le pasa a eso a Ronseberg que sitúa su naciemiento en la clasicidad. 

Losurdo: Movimiento histórico liberal en el centro del análisis: la materialidad de las fuerzas organizadas por esa ideología,  su praxis; como Rosenberg respecto de la democracia. No se dejan despistar por la abstracción.

p. 8) Y Adam Smith dice que una república con esclavos gobernada por un parlamento de hombres libres que legislan en su beneficio es un infierno liberticida que hace conveniente el absolutismo. “La esclavitud puede ser suprimida más fácilmente bajo un “gobierno despótico” que bajo un “gobierno libre”, con sus organismos representativos exclusivamente reservados, sin embargo, a los propietarios blancos. En tal caso, la condición de los esclavos es desesperada: “Toda ley está hecha por sus amos [podroni], los cuales no dejarán pasar nunca una medida que les perjudique”. Y en consecuencia, “la libertad del hombre libre es la causa de la opresión de los esclavos (...) y dado que éstos constituyen la parte más numerosa de la población, ninguna persona provista de humanidad deseará la libertad en un país en el que está establecida esta institución [esclavitud]”” [Smith “expresa su preferencia por un “gobierno despótico”. Igual John Millar, discípulo de Smith. Los esclavos; la mayor parte de la sociedad. Incluye a los asalariados y los siervos].

“En efecto, como el gran economista había previsto, la esclavitud fue abolida en los Estados Unidos, no gracias a un autogobierno local, sino a la virtud del puño de hierro del ejército de la Unión y de la dictadura militar impuesta por aquella durante cierto tiempo [hasta 1877, cuando se procede a un pacto y se entrega a los blancos del sur el territorio y la garantía de aplicar libremente el terror]. En tal ocasión Lincoln fue acusado por sus adversarios, de despotismo y de jacobinismo”.

A tener en cuenta, porque da explicación de lo que escribe Vico, quien es coetáneo de las revoluciones burguesas holandesa e inglesa, “liberales” –en realidad posterior a ellas para comprender bien sus efectos-, Vico repite varias veces –no copiado aún- que es lo mismo un régimen republicano que una monarquía. Y que el régimen republicano se instaura cuando la plebe toma el poder contra los aristois; y que funciona mediante la ley; y que se instaura la monarquía cuando en el régimen republicano se pierde la virtud. 

En adelante: mala interpretación mía: Podemos estar ante una interpretación de esta índole: se necesita que no se pierda la idea de bien común, y de felicidad pública, porque el ser humano es, por naturaleza, social, y los individuos no pueden olvidarlo y sacrificar a sus intereses individuales la suerte de la sociedad, porque el orden se viene abajo; si se pierde la virtud, el caos adviene. Esto qué significa: no se puede perder la noción de política, o la interpretación de la política como proyecto de organización colectiva y de prioridad de la comunidad sobre cada individuo y sus intereses; cuando eso ocurre –Holanda, Inglaterra- sobreviene el caos, y se necesita de una institución que por su naturaleza se dedique a velar por el orden colectivo y sepa ver la prioridad ontológica de la comunidad sobre el interés particular del individuo. El Soberano absoluto por el tipo de actividad que le da el poder es una encaranación de la ley y de la política que no olvida que la sociedad posee prioridad ontológica sobre el individuo: no aprovecha la libertad para deshacerse de la política; la política es su forma de poder y de poder ser, por eso el poder absoluto, que es político y posee la percepción de que hay que gobernar a la comunidad en su conjunto para poder sobrevivir, es justo y adecuado. Esto no está en contra de Rousseau, muy al contrario. Rousseau también comprende –creo- que los individuos en la libertad plena de la sociedad civil, libres de todo poder político o puestos en la condición de liberarse de él, pueden caer en la particularidad y el egoísmo y el despotismo o abandono del interés colectivo –la virtud de la política: virtud igual a política, es decir, a decisión, deliberación, preocupación por el interés de la comunidad como prioridad; por eso sostiene la idea de un soberano que nos interfiera-gobierne, sólo que el soberano que nos interfiere no nos domina porque es el conjunto de los ciudadanos. Como súbditos, debemos obedecer la ley que emana de la voluntad del soberano, sin la que no hay república; como ciudadanos somos una porción igual a la de los demás de Soberano: es la defensa de la prioridad de la política y de la no posibilidad de abandono de la política. No es inocentón; sabe que no hay que posibilitar que la política sea abandonada por los particulares para no caer en el despotismo de la libertad privada dentro de la sociedad civil; algo sabía él, cuando su padre fue arruinado por los ricos de la república libre de Ginebra, que le ganaron, además un juicio. La idea de Soberano es criticada por Furet, que es un liberal; dice que los Rousseau, etc. adoptan la lógica del absolutismo, no la superan; es decir, lo que oculta es que eso implica el no abandono de la prioridad ontológica del individuo sobre la sobre la sociedad y en consecuencia de la importancia caudal de la política y de la felicidad pública como objeto de la misma y prioridad social. 

Todo esto que aclara la nota de Smith revela que Smith no era un liberal, como ya había oído decir. Y aclara algo que siempre me había extrañado. Los de Salamanca,  tan admirados también por Florence Gauthier, eran unos intelectuales de enorme coraje y valor moral, Vitoria dice que la guerra de Carlos V contra el rey de Francia por Borgoña no es guerra justa, etc., etc. Ven los desastres que produce el nuevo estado, impuestos, guerras, etc. Son capaces de escribir cosas tales como la teoría del tiranicidio, de Mariana (país=república), que te deja acojonado. Pero, sin embargo, no condenan el nuevo poder político, el nuevo poder centralizado del estado. Es posible que lo vean como una instancia de universalidad o como una instancia que, por su propia naturaleza, piensa en términos de interés general –política- , y desded donde se puede tener una visión de comunidad y de bien común –república- frente a la anarquía y el particularismo del feudalismo, en el que cada uno de los feudales, y cada ciudad y cada gremio, tiraba de sus intereses, y por eso aceptaban el pacto o contrato social tal y como se elabora y entiende hasta Rousseau: pactum subiectionis: acepto someterme a ti a condición de que tú respetes mis derechos. Por supuesto no tiene nada que ver con el pacto propuesto por Rousseau: imposible enajenarse en un soberano persona y delegar, porque el soberano somos todos. Pero otra cosa que habría que explicar es por qué Rousseau acepta ser continuador –reformador drástico- de esa teoría del pacto entre el “súbdito-ciudadano” y el “soberano”, en lugar de romper con ella y buscar otros instrumentos intelectuales para elaborar su teoría. Percibe en ella una elaboración que da prioridad ontológica a la comunidad sobre el individuo, y se abre a la política como actividad de la totalidad de los recursos de la república para influir en el plano público en defensa del bien común, cuyo problema es la enajenación de los derechos y deberes en un soberano personal o en delegados personales. 

A tener en cuenta lo que he leído sin extraer conclusiones: cuando Carlos de Inglaterra quiere proclamarse católico para instaurar un poder absoluto por derecho divino en Inglaterra, el cardenal Belarmino, muy muy sabio, que sabe que eso va a ir muy mal –el que se vio obligado a meterle mano a Galileo, por imperativos políticos que lo forzaban, más que por querer meterle mano- encargó y obligó a Luis Suárez, el grande de Salamanca, a rebatir las teorías de Carlos basadas en el derecho divino y en la negación de la república. Suárez fue publicado en Inglaterra, etc. Estas informaciones hay que tomárselas muy en serio. Esto implica que entre ellos sabían que estos salamantinos eran defensores de la res pública y de la necesidad de instancias que lucharan por el bien común, y que estas no podían ser articuladas desde el derecho divino: ¿tipos de absolutismo? 

p. 9) “Hemos visto que Mill [John Stuart] toma partido a favor de la Unión. (...) Pero con la vista vuelta hacia las colonias, el liberal inglés justifica el “despotismo” de Occidente sobre las “razas” aún en minoría de edad, obligadas a observar una “obediencia absoluta”, como medio que les permita ser encaminadas por la senda del progreso. (...) A los ojos de Mill “cualquier medio” es lícito para quien asume la tarea de educar a las “tribus salvajes”; la “esclavitud” es a veces [tal volta: tiene cojones] un paso obligado para llevarlo hasta el trabajo y convertirlo en útil para la civilización y el progreso (...) (infra cap. VII, & 3) la dictadura pedagógica de la que me habla Mill es esta llamada [destinada] a desaparecer en un futuro por remoto y problemático que éste sea; la otra cara de la moneda es que a esta condición de libertad es ahora sometida explícitamente no ya un grupo étnico determinado, (la pequeña fracción de África colocada en el corazón de los Estados Unidos), sino el conjunto de los pueblos atropellados via via por la expansión colonial de Occidente y sometidos a sufrir el “despotismo” político y formas de trabajo servil y semiservil. Exigir la “obediencia absoluta” por un periodo de tiempo indeterminado, de la absoluta mayoría de la humanidad…”.

p. 11) [Cuando los americanos anglosajones blancos emprenden su revolución declaran no querer ser tratados como los esclavos]: “obviamente la esclavitud de la que se habla aquí es la esclavitud de la que se hace responsable al monarca absoluto. La otra, la que aherroja [incatenna] a los negros es silenciada” (...) “cada una de las dos partes contrapuestas acusa a la otra de querer reintroducir el “despotismo” la esclavitud política [colonos y corona] (...) Las dos ramas en las que el partido liberal se ha escindido retoman, en su mutua polémica, la ideología y la retórica que había presidido la autocelebración de la nación inglesa en su totalidad como enemiga de la esclavitud política. La novedad es que, en la oleada de intercambio recíproco de acusaciones, junto a la de carácter político, irrumpe con fuerza [pesantemente] en la polémica también la otra esclavitud, aquella que ambas ramas habían eliminado por ser elemento perturbador de su orgullosa autoconciencia de miembros del pueblo y del partido de la libertad” 

“Los sedicentes campeones de la libertad tachan [bollare: infamar] como sinónimo de despotismo y de esclavitud una imposición fiscal establecida sin su explícito consenso, pero no tiene escrúpulos al ejercer el poder más absoluto y más arbitrario en perjuicio [a danno] de sus esclavos” 

p. 13) Diversos autores, entre ellos discípulos de Smith que critican la esclavitud: “el despotismo reprochado a la Corona es, de todas formas, preferible a la libertad reivindicada por los propietarios de esclavos, de la cual se beneficia tan sólo un reducida clase de plantadores y dueños absolutos”.

Diversos argumentos y contraargumentos de ambas partes.

Hanna Arendt miente cuando escribe que el esclavismo legalizado por la constitución de los founders de EEUU es algo propio del ambiente de la época, y no tiene nada que ver con los intereses de clase. Losurdo demuestra texto en mano –Condillac, etc., y en general los “Philosophes”- que la esclavitud estaba muy mal vista en esa época en Europa, y no era algo aceptado. Muestra cómo el texto constitucional está plagado de referencias indirectas a la salvaguardia de le esclavitud. Y que son indirectas, precisamente porque estaba mal vista. Tres son las agresiones escalvizadoras del XVII y XVIII, negros, pieles rojas –colonias en general- e Irlandeses: guerra total contra ellos. 

El esclavismo se desarrolla con todo ímpetu con el triunfo de las tres grandes revoluciones liberales: Holanda, Inglaterra y Estados Unidos, porque triunfan clases sociales que se enriquecen con ella y la reimponen. Los protagonistas de las tres grandes revoluciones liberales son los protagonistas de la implantación a gran escala del esclavismo: libertad y esclavismo van unidas: libertad del estado despótico y derecho a explotar en la sociedad civil según interese.

En la constitución de los EEUU el esclavismo “influencia pervasiva”.

Bodin y los pensadores del siglo XVI, -cita a las Casas y a Montaigne, debería incluir a los de Salamanca: Vitoria, etc.- son todos antiesclavistas; en el XVII y XVIII vuelve el esclavismo (Grocio, Locke) con las revoluciones liberales. Hacia 1250 la esclavitud había desaparecido de Europa (Bodin) y este dice que de las tres religiones monoteístas la única que no fue esclavista era la musulmana, que convirtió la liberación de oprimidos y esclavos en la manera de expandirse. La primera tacada esclavista, Portugal.

Contra el historicismo: en el XVI antiesclavistas; en el XVII y XVIII vuelven las defensas del esclavismo junto con la libertad; antihistoricismo, porque el historicismo explica la historia en calve de evolución paulatina y permanente hacia el progreso. El liberalismo es lo contratrio. “Estamos en presencia de un movimiento político en contratendencia respecto de autores que, ya siglos antes, habían pronunciado una condena inapelable contra la institución de la esclavitud. Si Locke, campeón de la lucha contra el absolutismo monárquico, justifica el poder absoluto del amo [padrone] blanco sobre el esclavo negro, esto es condenado por un teórico del absolutismo monárquico como Bodino [también Vico dice que la monarquía absoluta es la defensa de la libertad; ojo y a comprender esta relación]”. “En conclusión, al analizar la relación entre las tres revoluciones liberales y los negros , por un lado, y los irlandeses, los indios y los nativos, por otro, es desviado partir del supuesto de un tiempo histórico homogéneo, que no está atravesado por fracturas y corre de modo unilineal” (p. 34).

Reclaman la liberatad frente al poder político e imponen la esclavitud.

Y antes: 

Locke, el último gran filósofo que defiende la esclavitud.

En la revolución americana desempeña un papel fundamental Virginia, sus hombres, su peso económico: plantadores esclavistas virginianos: Washington, Madison (declaración de independencia) Jefferson, (constitución) “en las 16 primeras elecciones presidenciales, entre 1788 y 1848, todas excepto cuatro pusieron un propietario de esclavos del sur en la Casa Blanca” (p. 14)

p. 34 , 35) “Hay que añadir que la explicación “historicista” se revela inconsistente no solo en lo que respecta a la relación con los pueblos coloniales. Si Fletcher, (...) exige “convertir en esclavos a todos aquellos que son incapaces de proveer a su sustento”, Bodin condena la esclavitud incluso para los “vagabundos y gandules”. Según la observación de un gran sociólgo, es “en el periodo comprendido entre 1660 y1760” (esto es en los decenios de ascenso del movimiento liberal) cuando se difunde en Inglaterra en las luchas con los asalariados y desocupados, una actitud de una dureza sin precedentes, “tanto que no se encuentra parangón en nuestro tiempo a no ser en el comportamiento de los más abyectos colonizadores blancos hacia los trabajadores de color”.

“Para comprender el carácter radical de la paradoja que estamos estudiando, volvamos a Bodin. Este pone en primer lugar en la cuenta de la “avidez de los mercaderes” la vuelta de la esclavitud al mundo y después añade: “Si los príncipes no imponen buen orden esto estará pronto lleno de esclavos”. No sólo la esclavitud no es un residuo del pasado y el atraso, sino que el remedio a la misma viene determinado -individuato- no ya por las nuevas formas políticas y sociales (de orientación liberal) que están emergiendo como consecuencia del desarrollo económico y colonial, sino, por el contrario, por el poder monárquico [como Vico]: así argumenta Bodino, pero así argumenta, dos siglos después, el mismo Smith. Por otro lado, al reclamar la esclavización de los mendigos, Fletcher polemiza contra la iglesia. (...) También en este caso la institución de la esclavitud es percibida en contradicción no ya con las nuevas formas sociales y políticas, sino con un poder de origen premoderno...”.

p. 36) “... y una vez más vemos que son las fuerzas del Antiguo Régimen las que desarrollan una acción de freno y contención en confrontación con lo nuevo representado por la esclavitud racial.” 


Capítulo 2. Liberalismo y esclavitud racial: un singular parto gemelo 

p. 37) 1.1. “Limitación del poder y emergencia de un poder absoluto sin precedentes” [a tener en cuenta que cuando se habla de poder absoluto sin límites se refiere Losurdo, no al denominado “Absolutismo monárquico del estado absolutista” sino a los poderes soberanos de las repúblicas aristocráticas en manos de la todopoderosa minoría burguesa-patricia, de turno: Holanda y Gran Bretaña. Son más todopoderosas esas clases dominantes en sus estados que el absolutismo. (No es que, en puridad, sea malo que una sociedad sea absolutamente soberana de sí misma; cuidado; el problema está en el número de los dueños absolutos y de su posibilidad de ejercer un dominio absoluto si no son la totalidad o la inmensa mayoría de la sociedad)].

“La esclavitud no es una cosa que permanezca, a pesar del triunfo de las revoluciones liberales; por el contrario, aquélla conoce su máximo desarrollo a consecuencia [in seguito a] de este triunfo: “El total de la población esclava en América ascendía a cerca de 330.000 en 1700, a casi tres millones en 1800, para alcanzar al final, el pico de más de 6 millones en los años cincuenta del siglo XIX” [Blackburn, 1997]. Una contribución decisiva en el ascenso de esta institución sinónimo de poder absoluto del hombre sobre el hombre es el mundo liberal. A mediados del siglo XVIII, es la Gran Bretaña la que posee el mayor número de esclavos (878.000). El dato no es en absoluto conocido. A pesar de que su imperio sea, de lejos, el más extenso, España le sigue a gran distancia. En segundo lugar está Portugal, que posee 700.000 esclavos, pero que, a su vez, viene a ser una especie de semicolonia de Gran Bretaña: gran parte del oro extraído por los esclavos brasileños acaba en Londres. (...) no cabe duda de que el país que se distingue en este asunto, por ocupar una suposición absolutamente eminente, es, el que está, al mismo tiempo, a la cabeza del movimiento liberal y que ha conquistado la supremacía en el comercio y en la posesión de esclavos negros a partir, precisamente, de la Gloriosa Revolución”.

p. 38) “Eso no es todo. En mayor o menor medida, en las colonias españolas y portuguesas subsiste la “esclavitud ancilar”, que es muy distinta de la “esclavitud sistémica”, unida a las plantaciones y a la producción de mercancías; y es este segundo tipo de esclavitud el que se consolida sobre todo en el siglo XVIII (a partir de la revolución liberal del 1688-1689) y que predomina claramente en las colonias inglesas, y expresa más completamente la deshumanización de aquellos que en adelante son tan solo instrumentos de trabajo y mercancías, objeto regular de compra venta en el mercado”.

p. 38, 39) “Aún Ens. Estatuto de 1696, Carolina del sur declaraba no poder prosperar “sin el trabajo y los servicios de los negros y otros esclavos”. No estaba todavía bien definida la barrera que separa servidumbre de esclavitud, y esta última institución no se había manifestado todavía en toda su dureza. (...) Y, por lo tanto, la esclavitud, en su forma más radical triunfa en los siglos de oro del liberalismo y en el corazón del mundo liberal. 

Formulado correctamente en toda su radicalidad, la paradoja ante la que nos encontramos estriba en esto: ascensión del liberalismo y difusión de la esclavitud-mercancía de base racial son el producto de un parto gemelo…” 

        2. Autogobierno de la sociedad civil y triunfo de la gran propiedad 

p. 40) “…no debemos sorprendernos de que en la reivindicación o mejor, en la participación en primera fila de la reivinidcación del autogobierno y de la “libertad” respecto del poder central estén los grandes propietarios de esclavos…” [es como si la fronda hubiese triunfado]. (...) “La riqueza y el bienestar de que goza y la cultura que alcanza a adquirir también refuerzan la autoconciencia orgullosa de un clase, que se hace cada vez más incapaz de tolerar los atropellos, las intrusiones, las interferencias, de los vínculos impuestos por el poder político o por la autoridad religiosa. Al sacudirse de encima estos vínculos, el plantador y propietario de esclavos madura un espíritu liberal y un libre pensamiento” 

“A confirmar este fenómeno proveen los cambios acaecidos desde el medioevo. Entre el 1263 y el 1265, mediante las Siete Partidas, Alfonso X de Castilla regula la institución de la esclavitud, que parece reconocer de mala gana, como algo siempre “innatural””.

p. 41) “Más tarde, para limitar ulteriormente el poder del propietario se encuentra el estado. (...) El advenimiento de la propiedad moderna comporta la facultad del amo de disponer de la misma como él mejor cree. (...) Primero con la Gloriosa Revolución y después, de modo más completo, con la revolución americana, la afirmación del autogobierno de la sociedad civil hegemonizada por los propietarios de esclavos acarrea la definitiva liquidación de las tradiciones de “interferencia” de las autoridades políticas y religiosas. (...) Ademas de los negros, la conquista del autogobierno por parte de la sociedad civil hegemonizada por la gran propiedad comporta el empeoramiento, en medida aún más drástica, de la condición de la población indígena” 

p. 42) El esclavo negro y el siervo blanco: de Grocio a Locke 

“Mientras estimula el desarrollo de la esclavitud –mercancía sobre fundamento racial- y excava un abismo insuperable y sin precedentes entre blancos y pueblos de color, el autogobierno de la sociedad civil triunfa agitando la bandera de la libertad y de la lucha contra el despotismo” 

“(...) En tal celebración de la libertad, que se entrelaza con la realidad de un poder absoluto sin precedentes [muy importante: el absolutismo, como heredero del régimen feudal y régimen feudal, él mismo, reparte el poder en un entramado social, en el que todo depende de todo: para tratar de lo más definitivo en el mundo actual; la propiedaD feudal y antigua, en general no es plena: propiedad eminente, usufructo, recpreocidades varias, usos y costumbres, etc, a todos los niveles de la cultura; la propiedad contemporánea es absoluta] [llevo ya muchas citas literales que no quedan reflejadas; las ideas que Losurdo defiende las afirma con una exhaustiva canTidad de citas de autores liberales], se puede leer bien una ideología. Pero, por mistificadora que pueda resultar, una ideología nunca es la nada (...). Los teóricos y protagonistas de las revoluciones y de los movimientos liberales están animados por un pathos fueret y convencido de la libertad y, precisamente por ello, sienten embarazo ante la realidad de la esclavitud [“movimientos”. Se estudia la realidad histórica de los diversos movimientos, es decir, de las diversas praxis empíricas, in statu de nacimiento y de lucha; a nosotros nos toca reflexionar sobre los movimientos de la democracia].

p. 43) “En Grocio aún no es por completo visible la barrera del color, que separa el destino reservado a los negros de la condición a la que pueden ser sometidos los estratos más pobres de la población blanca. Leemos: “Existe una servidumbre perfecta (servitus perfecta), que obliga a servicios perpetuos a cambio de los alimentos y de las otras cosas necesarias para la vida; así de intensa y continua dentro de los límites de la naturaleza, esta no tiene nada de demasiado duro”. Sin embargo, la esclavitud no es la única forma de servitus, es tan sólo “la especie más vil de sometimiento” (subjectionis especies ignobilissima: JBP II, V & 27). Existe también la servitus imperfecta, propia, entre otros, tanto de los siervos de la gleba como de los mercenarii o asalariados (JBP, II, V, & 30). Y, por lo tanto, ese trabajo como tal debe ser subsumido bajo la categoría de “servidumbre” (servitus) o de sometimiento (subjectio). Obviamente entre ambas formas de “servidumbre” y de “sometimiento” hay una diferencia” [a tener muy en cuenta para valorar la evolución hacia las posiciones extremas de la ideología liberal durante el siglo XX; aquellas que Lukács, con no sensata moderación y para poder pactar con la liberal democracia de pos guerra, llamó, no Liberales, sino “irracionalistas”. Sin esta consideración ideológica del señorío de la elite o aristoi y de la esclavitud y sumisión que les debe la chusma, que es el núcleo irreductible del liberalismo, no habría habido fascismo; a su vez, éste es la búsqueda de una solución final, que definitivamente confirme la superioridad de los aristoi, su exclusividad, su autocelebración].

p. 43, 44) “Locke (...) Hablando del trabajo asalariado y del contrato que lo instituye, el filósofo liberal inglés escribe: “Un hombre libre se hace siervo de otro”. Como se ve, el trabajo como tal continúa siendo puesto bajo la categoría de servidumbre: en efecto, el contrato introduce al asalariado “en la familia de su amo y lo somete a la normal disciplina de la misma” la cual es, sin embrago, bien diversa del poder ilimitado que caracteriza (...) la condición de esclavitud perfecta” [TT, ll, 85, 24].

p. 44) “Pero, Locke exhorta a no confundir al servant y al slave. Grocio compara el esclavo con un “mercenario perpetuo” o con un asalariado vinculado durante toda su vida natural al mismo amo. (...) Locke no para de recalcar que el amo ejerce sobre el esclavo un “dominio absoluto”” [imposible sin la instauración de la nueva concepción de propiedad privada desarrollada por el patriciado burgués].

“Locke constituye un momento de viraje decisivo en el plano teórico. Liberados quizá, por sus amos, durante largo tiempo, los esclavos negros están sometidos a una condición no claramente diferente de la de los indured servants, es decir, de los blancos semiesclavos temporales, como consecuencia de un contrato. Y es esta ambigüedad la que encuentra expresión en el texto de Grocio, el cual puede por lo tanto, hacer valer la categoría de contrato incluso para la servitus perfecta”. 

p. 45) “No cabe duda. El filósofo liberal inglés legitima la esclavitud racial, que se está reafirmando en la realidad político social de su tiempo”.

p. 46) “La incomodidad liberal por la esclavitud encuentra su expresión más aguda, quizá, en Montesquieu” [combate la esclavitud en Europa, pero la acepta en las colonias, con razones sobre “el clima”].

        5. El caso Somerset y la definición de la identidad liberal 

p. 49) “Blakstone (...) entre los derechos disfrutados por los libres se encuentra también el del libre e imperturbable disfrute de la propiedad, comprendida la propiedad de los esclavos, con la condición de que estos últimos permanezcan relegados al mundo colonial. La relación entre amo y siervo –y esto vale para todos los tipos de siervo, comprendido el esclavo- es una de las “grandes relaciones de la vida privada”. El poder político no tiene derecho a intervenir sobre estas” 

p. 50) “Comienzan a perfilarse ahora los contornos de la identidad liberal. Autores tales como Burgh y Fletcher, todavía pueden ser considerados campeones de la causa de la libertad por Jefferson, el cual vive en una realidad en la que la esclavitud negra y la extendida propiedad de la tierra (arrancada a los indios) convierten en puramente académico el proyecto de esclavización de los vagabundos blancos” [no así en Europa; donde nacerá el fascismo. Es decir, la teoría de la carencia de derechos por ser seres subhumanos, de los blancos no ricos, no reconocidos como aristoi. Esto se daba en EEUU contra los negros “tan sólo” (y los indios). El fascismo es una ideología liberal radical recurrente].

“Partiendo, primero de Montesquieu, y después, de modo más claro, de Blakstone y de la sentencia del juicio del caso Somerset, en la caracterización del partido liberal, en vía de formación, se destacan dos puntos esenciales: 1) la condena del poder político despótico y la reivindicación del autogobierno de la sociedad civil en nombre de la libertad y del imperio [goberno] de la ley; 2) la afirmación del principio de inadmisibilidad e “inutilidad de la esclavitud entre nosotros”, es decir, del principio según el cual, Inglaterra –y en prospectiva, Europa- tiene un aire “demasiado puro” como para poder tolerar en su “verdadero suelo” la presencia de esclavos” [no en las colonias]. 

p. 51) “No queremos ser tratados como negros”: la rebelión de los colonos.

“La metrópoli parece asociar las colonias americanas al “mundo bárbaro moderno”, denunciado por Blakstone, parece degradarlas a una especie de cubo de la basura, donde son arrojados los deshechos, es decir, la población penitenciaria de la metrópolis: los detenidos de las prisiones de la madre patria son deportados al otro lado del Atlántico para nutrir, junto a los negros procedentes del África, la fuerza de trabajo más o menos forzosa de la que se tiene necesidad. (...) Si bien salvaba el honor de la metrópoli como lugar privilegiado de la libertad, (...) esta visión cometía la injusticia, a los ojos de los colonos, de confundir y asimilar libres ingleses, populacho penitenciario, y pueblos de color” (...) “Tras haber afirmado que los colonos americanos podían alardear de un linaje no menos noble y no mesón merecedora de la libertad de los ingleses de la metrópoli, dirigiéndose a los gobernantes de Londres, John Adams exclama: “No queremos ser sus negros””.

[Nobleza: ideas claramente liberales hoy día, y claramente procedentes de una matriz aristocrática: la gente bien] 

p. 51, 52) “Independientemente, incluso, del problema de la representación [sostenido por la historiografía oficial como el motivo de la lucha por la Independencia] la delimitación espacial de la comunidad de los libres es sentida como un excusión intolerable. Por otro lado, al reivindicar los colonos la igualdad con la clase dominante inglesa, ahondaban el abismo que los separaba de los negros y de los pieles rojas. Si en Londres se distingue el área de la civilización del área de la barbarie, el espacio sagrado del espacio profano, contraponiendo en primer lugar la metrópoli a las colonias, los colonos americanos son llevados, por el contrario, a definir la línea de demarcación en primer lugar en la pertenencia étnica y en el color de la piel: a partir de la Naturalization Act, de 1790, solo los blancos pueden llegar a ser ciudadanos estadounidenses” [apartheid]

“El paso de la delimitación espacial a la étnica y racial, de la comunidad de los libres, acarrea efectos combinados y contradictorios de inclusión y de exclusión, de emancipación y des-emancipación. Los blancos, incluso los más pobres, pasan a formar parte, también ellos, del espacio sagrado, se encuntran formando parte de la comunidad, es decir, de la raza de los libres, aunque esten ciertamente colocados en un nivel inferior. Desaparece la esclavitud blanca (...) Pero la tendencial emancipación de los blancos pobres es solo la otra cara de la ulterior desemancipación de los negros”.

p. 52) “No se trata solo de los esclavos. El triunfo de la delimitación étnica de la comunidad de los libres no puede no repercutir de forma gravosa sobre la misma condición de los negros en teoría libres, golpeados por una serie de medidas [Naturalization act, 1790, es ya, claramente apartheid] tendentes a hacer infranqueable la frontera del color, la demarcación entre raza de los libres y raza de los esclavos”.  El racismo es igual en el norte que en el sur de los EEUU. 

p. 53) “En conclusión, la condición del negro en teoría libre se distingue, sí, de la del esclavo pero, quizás más aún de la del blanco realmente libre”. Peligro constante de ser devuelto a la esclavitud. Exclusión de trabajos –correos: Jefferson- proyecto de pogrom a África o a los países de América del sur . “Corruptos” racialmente.

        8. Delimitación espacial y delimitación racial de la comunidad de los libres 

p. 54) La revolución americana pone en crisis el principio, que parecía consolidado en el ámbito del movimiento liberal, de la “inutilidad de la esclavitud entre nosotros”.

“(...) la institución de la esclavitud alcanza su consagración jurídica e incluso constitucional, aunque sea mediante el recurso a los eufemismos y circunloquios que ya conocemos , en el Estado surgido de la revuelta de los colonos decididos a no hacerse tratar como “negros”. Nace así un país caracterizado por “la vinculación estable y directa entre propiedad esclavista y poder político”, como revelan de forma palmaria tanto la Cosntitución com el número de propietarios de esclavos que alcanzan las más alta magistratura institucional”. Alternativa abolicionista partidaria, en Jefferson, de deportar de nuevo los negros a África.

p. 55) “…en su conjunto, la clase de los plantadores no tiene ninguna intención de renunciar a la que es la fuente no sólo de su riqueza, sino también de su poder”.

p. 55, 56) Derecho de los esclavistas a recuperar a sus esclavos estén huidos en el Estado que estén. Estados del norte que vetan la entrada de negros para no contaminarse.

p. 56) Claramente, en los Estados Unidos en su totalidad, entra en crisis el principio de la inadmisibilidad y de la “inutilidad de la esclavitud entre nosotros” (.) el “espíritu de libertad” y la visión liberal encuentran su encarnación más completa precisamente entre los propietarios de esclavos de las colonias meridionales.

p. 57) El propio Lincoln acaricia por algún tiempo la idea de la deportación de los negros (58). En vísperas de la guerra de secesión los abolicionistas del norte consideran que el mejor lugar de confinamiento de los negros hasta que se los deporte a latino América, a México o a África es el Sur de los EEUU porque está ya contaminado de barbarie por tener negros “Y como había hecho la América prerrevolucionaria y revolucionaria, así también el Sur protesta contra la tendencial exclusión, de la que se siente víctima, de la auténtica comunidad de los libres”.

p. 58, 59) “En opinión de Calhoum [vicepresidente de los EEUU a mediados del siglo XIX y gran teórico] los abolicionistas del norte, que quieren eliminar la esclavitud mediante una ley federal, pisotean el derecho de cada Estado al autogobierno, y pretenden fundar la Unión sobre la esclavitud política”.

p. 59, 60) El Sur rebate de dos modos las acusaciones lanzadas contra él: recalca que el Norte y la Inglaterra abolicionista no tiene títulos para impartir lecciones tan siquiera en lo que hace al trato dado a los negros (y a los pueblos coloniales en general); evidencia cuánto esclavismo continúa ejerciéndose en la sociedad industrial fundada en teoría sobre el trabajo “libre”[subrayado mío]. La marina del norte es la dedicada a la trata de negros, y el trato dado a los negros en los estados antiesclavistas, es feroz. Los ingleses, por su parte, son los mayores traficantes de negros del planeta y mantiene la esclavitud en la India y otras colonias, además de los esclavos temporales o coolies [argumentos de los sudistas].

p. 60, 61) “Para comprender la difusión, en sus diversos significados, del uso político del término “liberal” es preciso tener en cuenta dos puntos de referencia: en primer lugar la autoconciencia orgullosa madurada en el imperio británico como consecuencia de la victoria obtenida durante la guerra de los Siete años contra la Francia del absolutismo monárquico y religioso (...) en segundo lugar, las luchas que se desarrollan en la comunidad de los libres. Cuando estalla la polémica provocada por la agitación de los colonos rebeldes, las diversas posiciones que se confrontan tienden todas a definirse de algún modo como “liberales”. Burke trata de promover la conciliación apelando a que “el gobierno liberal de la nación” (...) dé pruebas de espíritu de compromiso. En la otra parte del Atlántico, en el momento de la fundación de los Estados Unidos, Washington pone en evidencia “los beneficios de un gobierno sabio y liberal” (...) es decir, “de un sistema político liberal” (...) que se consolida en una época ilustrada, liberal [liberal] en cuyo fundamento se encuentra “el libre cultivo de las letras, la ilimitada extensión del comercio”, es decir, “el comercio liberal y libre”(...)”. 

“Por fin, el término en cuestión hace su aparición como sustantivo: firmando como “A Liberal” [“El liberal”] hay un autor (quizá Paine) de un artículo en el Penssylvania Paquet, del 25 de marzo de 1780, que se pronuncia por la abolición de la esclavitud” [cuatro opiniones firmadas como liberales, con distinta opinión sobre la esclavitud].

p. 62) Adam Smith y sus alumnos, contrarios a la esclavitud.

“En 1832 un influyente ideólogo virginiano, Thomas R. Dew enumera [decanta] las ventajas que encierra la esclavitud: “las tareas serviles y humildes” están reservadas a los negros, de modo que el amor por la libertad y el “espíritu republicano” propio de los ciudadanos libres y blancos florecen con una pureza y un vigor desconocidos en el resto de los Estados Unidos…” 

p. 63) “En conclusión, tras el caso Somerset, en primer lugar después de la revolución americana, y finalmente de la guerra de Secesión, el mundo liberal se presenta profundamente dividido sobre el problema de la esclavitud. ¿Cómo orientarse en esta aparente Babel?” 

“En la Inglaterra liberal surgida de la Gloriosa Revolución, Fletcher puede reivindicar tranquilamente la introducción de la esclavitud a cargo de los vagabundos”

p. 64) Cantos al amor, a la libertad de los propietarios de esclavos: Burke, etc.

“no tendría sentido considerar liberales a Jefferson y a Washington y no a Burke, que al contrario de los primemros, no es propietario de esclavos…”

p. 65) “En el sentido más amplio del término, el partido liberal abarca tanto a Whigs como a Tories. Los primeros no constituyen necesariamente el ala más avanzada”. Explica que Jefferson es conservador, porque está por el campesinado contra las ciudades y las manufacturas.

p. 67) “En cualquier caso, con el fin de la guerra de Secesión, se cierra un ciclo histórico. (...) Hemos concentrado hasta ahora la atención sobre el problema de la esclavitud negra: pero qué relaciones se desarrollan en el ámbito de la comunidad blanca?” [pasará ahora a tratar la esclavitud de los asalariados. Cuando se apliquen a los asalariados blancos en Europa, las medidas sistemáticas aplicadas a los negros y demás coloniales, y sistematizadas por las potencias coloniales liberales como medio de administración regular, habrá nacido el fascismo]

p. 68) Primero los colonos rebeldes, con ocasión de la revolución americana, y después el Sur de los EEUU, con ocasión del conflicto que lo contrapone contra el Norte, tachan de hipocresía a sus antagonistas: se indignan por la esclavitud negra, pero cierran los ojos ante el hecho de que en el ámbito de la sociedad por ellos señalada como modelo continúan subsistiendo relaciones sustancialmente esclavistas”.

p. 69) A mediados del siglo XVIII Blakstone distingue tres tipos de “siervos” en sentido estricto (...) los menial servants o “domésticos”, los “aprendices” y, para acabar, los “trabajadores” (labourers) que trabajan fuera de la casa del amo. La relación laboral más moderna, menos cargada de reminiscencias feudales y serviles, parecería ser esta última, solo que, a tal propósito, el gran jurista se abandona a la celebración de “reglamentos muy oportunos” a partir de los cuales, por ejemplo, “todas las personas privadas de ostensibles [visibili] medios de subsistencia pueden ser forzadas a trabajar”, a la par que son castigados aquellos que “abandonan o desertan del propio puesto de trabajo”.

p. 70) No sólo al esclavo negro, también a siervo doméstico parece ampliamente obstaculizada la posibilidad de formar una familia. La vida privada de uno y otrro está sometida al poder o a arbitrio del amo.

Como se ha observado muy acertadamente, “durante una gran parte de la historia humana la expresión “trabajo libre” fue un oxímoron”.

p. 70) Calhoun contrapone positivamente la condición de los esclavos negros americanos a la de los detenidos en Inglaterra en las casa de trabajo o en las casas para pobres.

p. 71) “A tener bien en cuenta, la ley de 1834 [ley de pobres] que recluye en las casas de trabajo a todo aquel que necesite asistencia, da, (...) la razón a Calhoun y a todos aquellos que señalaban la esclavitud como única solución posible para el problema de la pobreza”.

p. 72) ¿Cómo se platea la tradición liberal en su totalidad su confrotación con las casa de trabajo y, más en general, con la política de disciplina de la pobreza? 

p. 74) John S. Mill se inclina a considerar una bagatela el horror de las casa de trabajo a la par que observa: “así, el trabajador que pierde su puesto de trabajo porque es ociosos y negligente no tiene nada peor que temer, en la peor de las hipótesis, que la disciplina de una casa del trabajo”.

p. 75) “gracias a este gigantesco universo concentracionario, donde se es internado sin haber cometido delito alguno y sin ningún control por parte de la magistratura, será posible la transformación en dinero de ese “material de deshecho (scarto)” que es el “(rifiuto) sobrante de la población”.

p. 75, 76) También los marineros ingleses de la escuadra son esclavos secuestrados para poder sostener los 700 navíos que la componen; alrededor de 150.000 hombres.

p. 77) Ya en Grocio encontramos que la condición del esclavo no es muy diversa de la condición del soldado.

p. 78, 79) Los presos, también pierden sus derechos. Los “Convictos” desterrados a colonias, y vendidos en ellas.

p. 80) Tras la Gloriosa Revolución, vemos, por un lado, la proclamación [varo] de una legislación terrorista y por otro el crecimiento del fenómeno de la deportación en lejanas colonias. ¿Qué relación hay entre estas do cosas? Es difícil negar que la formación, mediante un drástico endurecimiento del código penal, de una fuerza de trabajo coaccionada, obligada a sufrir condiciones que ningún colono libre habría aceptado consigue finalmente calmar “las necesidades de los plantadores”.

p. 81) La teoría de la guerra colonial como guerra justa (por parte de los europeos) y la teoría de la esclavitud penal legitiman y estimulan la deportación, respectivamente, de los esclavos negros y de los semiesclavos blancos de los que tiene necesidad el desarrollo de las colonias. En la víspera de la revolución, había en Meryland solamente 20. 000 siervos de origen penal”.

“Siervos a contrato” [esclavos negros, blancos pobres encerrados, presos penales, soldados y marineros, siervos a contrato, niños hijos de pobres, etc. Extensión de la cantidad de individuos sin derechos civiles y sometidos a coacción]

La diferencia entre semiesclavos blancos y los negros es que su contrato tenía fecha de cancelación, aunque muchas veces ellos morían antes.

p. 83) Sieyès reivindica la esclavitud contractual en nombre de la “libertad natural” del derecho que compete a cada individuo de estipular el contrato que él considera más oportuno. (...) de modo no diferente a Locke, con la diferencia de que el autor francés , al menos antes de la revolución, recalca con fuerza el carácter fundamentalmente esclavista de esta relación (...) Sieyès parece proponer una suerte de código para la regulación de esta esclavitud blanca basado en el Código negro, al que en teoría debían atenerse los amos de los esclavos.

p. 84) “La sociedad puede disponer de forma total, de los hijos de los pobres” 

p. 85) “En Londres el precio de los niños y niñas llevados al mercado es sensiblemente inferior al de los esclavos negros en América. En las regiones rurales la mercancía en cuestión era aún más barata”.

p. 86) “Podemos añadir ahora a la conclusión que, aún queriendo hacer abstracción de las colonias en su totalidad (incluida Irlanda) en la misma Inglaterra el disfrute pleno de una esfera privada de libertad garantizada por la ley (...) es el privilegio de una reducida minoría. La masa está sometida a una reglamentación y a una coacción que van mucho más allá del lugar de trabajo”.

p. 87) (resumen: en los barrios pobres corre el opio como alimento) 

p. 87, 88) “controladas en su vida privada, las clases populares lo son aún más en la vida pública que ellas, con mil dificultades, tratan de tener” (...) “estos –truena alarmado mandevill- se reúnen impunemente cuando quieren”.

p. 88) “Ya por el hecho de no limitarse a la relación vertical y subalterna con sus superiores y desarrollar relaciones horizontales entre ellos, los siervos son condenados responsables de una subversión inadmisible.

Leyes contra las colaiciones sindicales e inclusos contra las asociaciones mutualistas.

p. 89) Una totalidad de características singulares Blaskstone reconoce que el enrolamineto forzoso de los marineros resulta muy discutible y lesivo de la libertad, esto “puede ser justificado sólo por la necesidad pública (public necessity), a la cual deben someterse todas las consideraciones particulares”.  “A su vez Locke apela repetidamente a no perder nunca de vista “el interés público” y “el bien de la nación” (TT II, 167) el “bien público” “la salvación del pueblo” (TT, II, 156) o la “supervivencia de la totalidad” (TT , II, 171) “del estado en su integridad” (TT, ll, 139).

p. 90) Aquello aquí apasionadamente invocado es una Totalidad –Intero- que exige el sacrificio no momentáneo, sino permanente, de la gigantesca mayoría de la población (...) según Townsed “el capital de felicidad humana ha crecido fuertemente” gracias a la presencia de “pobres” obligados a desarrollar las tareas más pesadas y penosas” y Mandeville: “para hacer feliz a la sociedad es preciso que la gran mayoría permanezca ignorante y pobre”; “la riqueza más segura consiste en una masa de pobres laboriosos”. Y (...) Young “todos salvo los idiotas saben que las clases inferiores deben ser mantenidas pobres, de otra manera no serán industriosas” y Destutt Tracy: “las naciones pobres son aquellas en las que el pueblo vive en condiciones de comodidad, mientras que las naciones ricas son aquellas en las que aquel es ordinariamente pobre”.

“¿Por qué no se advierte como contradictoria la proposición, en sus diversas variantes, según la cual la felicidad y la riqueza de la sociedad dependen del cansancio y de las penurias de los pobres, que, sin embargo, constituyen la inmensa mayoría de la sociedad? Para explicar la lógica de esta Totalidad de características singulares está Locke: “los esclavos no pueden ser considerados parte de la sociedad civil, cuyo fin primordial es la conservación de la propiedad” (TT, II, 85). Y esta es también la opinión de Algernon Sydney: “Un reino o una comunidad (...) está compuesta de hombres libres e iguales; los siervos pueden estar presentes en la misma, pero no son sus miembros”; sí, “ningún hombre, desde el momento en que es siervo puede ser miembro del Estado [commomwealth]; él no es en absoluto miembro del pueblo, porque el “pueblo” es el conjunto de “hombres libres”. Los pobres son la casta servil de la que la sociedad tiene necesidad, son el fundamento subterráneo del edificio social, son aquellos que posteriormente Nietzsche define como “los topos ciegos de la cultura””.

Una de las tesis más importantes del libro: no es que el liberalismo carezca de definición de totalidad social y de bien público –y de felicidad pública, en consecuencia-; es una ideología aristocrática y sólo define la colectividad pública a partir de los beati posidentes, la comunidad de los libres ricos, los reconocidos entre sí como iguales, y los demás son excluidos, se les niega el derecho de ciudadanía –exclusión-. Sólo en el momento de repliegue ideológico, cuando ya ha estallado la Revolución Francesa y se han proclamado los derechos universales del hombre y el ciudadano, ante la ofensiva ideológica que implica la revolución, a pesar de su derrota, Benjamín Constant proclama la igualdad de todos para disfrutar de aquello que poseen privadamente, y niega la idea de totalidad pública cuyos intereses son superiores a los de cada particular. Negros, convictos, siervos, pobres soldados siervos a contrato, hijos de pobres, y trabajadores asalariados: la mayoría de la sociedad blanca; exclusión. La catástrofe del siglo XX en Europa surgirá cuando los esclavos europeos se subleven y se les aplique las mismas medidas inventadas para someter las colonias: terror, matanzas, deportaciones, campos de concentración, etc. (cap. final): normalidad liberal-colonial del nazifascismo.

p. 91) “…el trabajador asalariado (...) al definir su figura, la y tradición liberal, recurre a menudo a las misma categorías utilizadas en la antigüedad y en la otra orilla de Atlántico en relación con el esclavo negro”.

A los ojos de Locke, no es propiamente capaz de vida intelectual y moral “la mayor parte de la humanidad que está dedicada al trabajo y convertida en en esclava [enslaved] de las necesidades de su condición mediocre, cuya vida se consuma tan solo en la provisión de sus propias necesidades”. 

p. 92) Locke no duda en afirmar que “existe entre unos hombres y otros una distancia mayor que entre algunos hombres y algunas bestias”: para darse cuenta basta confrontar, por una parte, el “palacio de Westminster” y la “Bolsa” por otra, los “asilos de mendicidad” y el “manicomio”. 

El porceso de deshumanización alcanza su cumbre en Sieyès: “Los desgraciados arrojados a las tareas fatigosas, productrores de los disfrutes para otros, que reciben a penas con qué sustentar sus cuerpos sufirntes y menesterosos [bisognosi] de toda esta masa inmensa de instrumentos de bípedos, sin libertad, sin moralidad, sin facultades intelectuales, dotasdos tan solo de manos que ganan poco y de una mente gravada con mil preocupaciones que sirve a su sólo sufrir (...) a éstos llamáis hombres? Se les considera civilizados [policés] pero ¿se ha visto aunque tan sólo sea a uno de ellos que fuese capaz de ingresar en la sociedad?” 

92) “Burke subsume al trabajador asalariado bajo la categoría de instrumentum vocales. Análogamente, Sieyès habla de la “mayor parte de los hombres” definidos, sobre todo en sus apuntes privados anteriores a 1789 “máquinas del trabajo” [machines de travail] “instrumentos de trabajo” o “instrumentos humanos de la producción”, o también “instrumentos bípedos”“”.

p. 93) “Al igual que al otro lado del Atlántico en lo que respecta a los esclavos negros en general, también en Europa la clase dominante está separada de los siervos blancos en virtud de un abismo que posee connotaciones étnicas y raciales. A los ojos de Locke “un peón (…) no está en condiciones de razonar mejor que un indígena [a perfect natural]: el uno y el otro no han alcanzado todavía el “nivel de criaturas razonables y de cristianos”. A su vez, Sieyès es de la opinión según la cual los “instrumentos humanos de la producción” pertenecen a un “popolo” diferente e inferior respecto de aquel del que forman parte los “jefes de la producción” esto es “las personas inteligentes” la “gente respetable”.

“Un motivo ulterior interviene para convertir en insuperable el abismo que separa la comunidad de los libres por un lado y los siervos y los esclavos por otro. Estos últimos son considerados incapaces de advertir plenamente, la humillación, las frustraciones, los afectos, los dolores, así como todos los sentimientos que caracterizan la vida espiritual del hombre” [sigue cita de Mandeville] 

p. 94) “En conclusión, no sólo es bien difícil definir como libre la condición de los siervos blancos en Europa, sino que la imagen que de estos transmite el pensamiento liberal del tiempo no es muy diversa a la imagen del esclavo negro del sur de los Estados Unidos” 

p. 95) “¿En qué modo podemos definir el régimen político que, tras el prólogo holandés, a partir de las revoluciones liberales se afirma primero en Inglaterra y luego en EEUU? En lo que hace a este último país, a Washington no le cabe duda: (...) “el gobierno sabio y liberal” que se ha dado su país. (...) pero, sin embargo, si por liberalismo se entiende el disfrute igual por parte de cada individuo de una esfera privada de libertad garantizada por la ley -la “libertad moderna o negativa”- no es difícil percibir el carácter problemático del recurso a esta categoría”.

p. 96) “Pero ahora no prestemos atención ni a las poblaciones coloniales ni a los estratos más pobres de la comunidad blanca, a los que les son negados no solo los derechos políticos, sino también la “libertad moderna”. Concentremos nuestra atención exclusivamente en las clases dominantes, esto es, sobre los propietarios blancos y hombres. En este ámbito ¿vige la plena igualdad civil? Es lícito tener alguna duda (...) Lincoln proclama polémicamente “en ningún estado libre un blanco es igual a un blanco de los estados esclavistas”. La constitución apoya el desarrollo de un espíritu aristocrático de los blancos del sur”.

p. 97) Dominio absoluto y obligaciones comunitarias de los propietarios de esclavos

A partir de Constant la libertad moderna o libertad liberal ha sido descrita como el tranquilo disfrute de la propiedad privada. Pero los propietarios de esclavos están en realidad sometidos a toda una serie de obligaciones públicas. No cabe duda de que la Gloriosa Revolución, en primer lugar, y la revolución americana después consagran el autogobierno de una sociedad civil constituida o hegemonizada por los propietarios de esclavos , más que nunca decididos a no tolerar interferencias por parte del poder político central y de la misma iglesia. Pero sería un error hacer coincidir el autogobierno de la sociedad civil con el libre movimiento de cada uno de los miembros que la constituyen.

p. 98) “no hay duda: sobre la legítima “propiedad” el amo de esclavos ejerce un poder absoluto, pero no hasta el punto de poder poner libremente en discusión el futuro proceso de cosificación y mercantilización. En ese caso, las exigencias de la comunidad que exigen mantener clara y firme la barrera entre la raza de los señores y la raza de los esclavos tienen prioridad”.

p. 99) “Barreras casi insuperables se oponen al reconocimiento de la prole habida de las eventuales relaciones entre el amo con una de sus esclavas” (etc.) “Venimos a encontrarnos en presencia de una sociedad que incluso sobre sus miembros privilegiados ejerce una muy dura constricción, en parte jurídica y en parte social, para sofocar inclusos los sentimientos más naturales…” (...) “así de fuerte es el control que la clase de los propietarios y la comunidad de los libres ejercen sobre cada uno de los elementos individuales de la misma”.

p. 100) “si, por un lado son una propiedad y una mercancía a completa disposición del legítimo amo, por oro, los esclavos constituyen el enemigo interno contra el cual es necesario estar constantemente en guardia (...) el mantenimiento de la institución de la esclavitud exige sacrificios pesados incluso por parte de la clase dominante” (...) “Puestos ante las exigencias de seguridad de la comunidad de la que forman parte, cada uno de los propietarios de esclavos no pueden reivindicar la libre disponibilidad de su propiedad”.

p. 102) “El dominio terrorista que los propietarios de esclavos ejercen sobre los negros termina por extenderse, y duramente, incluso a los miembros y fracciones de la raza y clase dominante”. 

p. 103) Tres legislaciones, tres castas, una “democracia” para el pueblo de los señores

Los negros no pueden declarar en un juicio ni aunque hayan sido testigos de un delito; tiene que ser un blanco el que declare.

Por un mismo delito un negro puede ser convertido en esclavo, un blanco no.

Tres castas: blancos, gente de color libre y gente de color esclava, a parte los indios.

p. 105) “se ha hablado de “liberalismo segregacionista” (...) Otras veces, en vez de “liberalismo segregacionista” se prefiere hablar, refiriéndose explícitamente a los EEUU, anteriores a la Guerra de Secesión, de “republicanismo aristocrático”. En tal definción quedan por completo en la sombra la naturaleza, tanto de la aristocracia dominnate como la de la plebe por ella oprimida y la relación entre clases sociales y grupos étnicos. Pero, sin embargo, el sustantivo permite dar un paso adelante: no estamos en presencia de propietarios interesados tan solo en el disfrute de su esfera privada; estos llevan también una rica vida política”.

106) “Ser excluido de las decisiones políticas, estar sometido a normas impuestas desde el exterior, por razonables y liberales que estas sean, es ya sinónimo de esclavitud política o, por lo menos, constituye su inicio”.

Calhoum la denomina democracia.

p. 107) “para terminar, no hay que olvidar el apartheid racial en vigor en los estados libres [de los EEUU] (...) la discriminación racial ejerce en los estados unidos un papel decisivo a nivel nacional”.

“Siguiendo la sugerencia de ilustres historiadores y sociólogos estadounidenses conviene hablar de Herrenvolk democracy, es decir, de democracia que solo vale para el “pueblo de los señores” [ignora él y los sociólogos que democracia es un nombre del poder de los pobres].

“La clara linea de demarcación entre blancos de una parte y negros y pieles rojas de otra, favorece el desarrollo de relaciones deigualdad en el interior de la comunidda blanca” 

p. 110) “En el ámbito del imperio británico se incluyen tres diversas situaciones jurídicas: la primera bajo el emblema de la libertad, la segunda de la servidumbre, la tercera, de la esclavitud en sentido estricto”.

p. 111) “De otro lado, junto a los esclavos, también “domésticos”, “aprendices” y “trabajadores” son siervos, cada uno con características específicas, pero todos con el rasgo común de estar sometidos a la servidumbre. Actúa una vez más la herencia de Grocio, para quien servitus es la categoría general para comprender y definir la realidad del trabajo”.

p. 115) “En el imperio británico sí hay esclavitud, en Inglaterra está prohibida, pero se la suple con los blancos pobres. Los pobres son en Inglaterra “una casta separada, una raza”. La tradición eugenética arraigada en os liberales; Sieyès sueña con un raza de trabajadores que sea dócil, y que puede surgir del cruce de hombre y mono”.

p. 116) Incluso tras la abolición de la esclavitud en las colonias propiamente dichas, no se pude hablar ciertamente, para los habitantes del Reino Unido de un disfrute generalizado de la libertad liberal por excelencia, es decir, de la libertad moderna. (...) según juicio formulado en 1824 (...) los irlandeses se encuentran en una situación peor que la de los esclavos negros”.

p. 117) “En las dos orillas del Atlántico, para perpetuar la opresión, respectivamente, de los negros y de los irlandeses, proveen las normas que impiden u obstaculizan el acceso a la instrucción y prohiben el matrimonio con miembros de la casta superior. También en Irlanda la miscegenation es un delito castigado con gran severidad”. El cura puede ser condenado a muerte por ello. 

p. 117, 118) “Más allá de los negros y de los irlandeses, en la misma Inglaterra, las clases populares ven gravemente mermada su libertad negativa hasta el punto de ser asimilados en la cultura y en la publicística del tiempo a una “casta” o “raza” inferior”, pero también entre los propietarios existe desigualdad; los nobles de la cámara de los lores poseen privilegios especiales. Hasta 1867, con Disraeli, los católicos ricos estaban impedidos de acceso a la universidad, a la función pública, al parlamento y a las elecciones”.

p. 119) “La aristocracia inglesa no se limita en absoluto a esperar una libertad meramente negativa, (...) Sidney declara que “nada denota a un esclavo si no es la dependencia de la voluntad de otro, o de una ley a la cual él no le ha dado su consenso” (...) La aristocracia ejercía directamente el poder político (...) también en Inglaterra el poder omnímodo de una clase social no excluía la imposición de límites a sus miembros individuales”.

p. 120, 121) En Locke el poder político comienza a configurarse como tiranía e incluso como violencia cuando atenta a la propiedad privada (de la clase dominante) [concreción muy importante], y entonces, a tal violencia es lícito resistirse. (...) Pero, sin embargo, en un examen más atento, la categoría de “individualismo propietario” se revela del todo inadecuada. Estamos en presencia de una sociedad y de una tradición de pensamiento, que, muy lejos de estar inspiradas por un temor supersticioso por la propiedad y por el derecho de propiedad en cuanto tal, en realidad, promueven y legitiman colosales expropiaciones en perjuicio de los irlandeses y de los pieles rojas.

p. 122) “Los excluidos son asimilados por la clase dominante a los instrumentos de trabajo, a máquina bípedas, se ven negada la calidad de hombres y de individuos; ciertamente, sobre esta calidad insisten vigorosamente los privilegiados, que se la atribuyen a sí mismos en exclusiva. Pero ¿esto es individualismo? (...) A los ojos de Constant “Inglaterra no es en el fondo, más que una vigorosa aristocracia” (...) sí, nos encontramos en presencia de una “sociedad aristocrática”, caracterizada por el dominio de los “grandes señores”. Por lo demás, es el mismo Disraeli quien reprocha al partido whig, que domina desde hace mucho tiempo el país surgido de la Gloriosa Revolución, de haber tratado de instaurar una aristocracia y una oligarquía según el modelo veneciano”.

[muy importante la doble caracterización de la esclavitud. Estar bajo dominio ajeno, estar sometido a voluntad ajena, y por tanto ser esclavo, a la vez es no tener propiedad y no controlar la capacidad soberana de la legislación política. Ser soberano y legislador estambién imprescindible para no ser esclavo. Son dobles sus condiciones o sea las condiciones para ser ciudadano.

Otra cosa: creo que entrega la palbra democracia, cuando la considera la adecuada para designar estos regímenes, que agudamente comprende él que tiene carácter comunitario y proyecto de orden social y de felicidad pública. Democracia era la palabra que significaba poder de la plebe, de los pobres. Ellos sí eran una república aristocrática, por más que ellos no se “viesen “ así porque no “ven” como seres humanos a los excluidos. El liberalismo es una ideología aristocrática, que excluye a los demás. El republicanismo en su versión aristocrática es la tradición que adoptan los liberales hasta la Revolución Francesa. El liberalismo, que sí ha existido, era y es eso].

p. 124) “la sociedad surgida en Inglaterra de la Gloriosa Revolución se configura como una suerte de “democracia para el pueblo de los señores” (...) También en este lado del Atlántico una barrera insuperable separa la comunidad de los libres y de los señores de la masa de los siervos (...) Y bien lejos de confirmar la libertad negativa [acepta la interpretación de I. Berlin, libertad positiva/negativa, que ellos no conocían: ser libre de dominación. Poseer propiedad y poder legislativo (Ph. Pettit). Es la concepción republicana clásica reducida en su ciudadanía a una minoría aristocrática], la aristocracia dominante cultiva ideales de participación activa en la vida pública, cultiva ideales “republicanos”. Sobre esto hacen hincapié algunas autorizadas interpretaciones modernas, que, a tal propósito, hablan de visión “neorromana” o de “momento maquiavélico” [Skinner, Pocock, en notas]”.

“Las dos categorías que acabamos de ver ponen en evidencia el pathos de la participación libre e igualitaria en la vida pública, pero terminan pasando en silencio las macroscópicas cláusulas de exclusión que tal pathos presupone. El ideal de una rica vida política, de tipo “neo- romano” o “maquiavélico”, está bien presente en un autor como Fletcher, que por un lado se declara “republicano por principio”, y por el otro teoriza la esclavitud por parte de los vagabundos. (...) Locke. El se pronuncia a favor de la esclavitud negra en las colonias y de la servidumbre o semiserviudumbre para los trabajadores asalariados de la metrópoli; al mismo tiempo con la vista puesta en la aristocracia, el desarrolla un pathos de la Commowealth y de la civitas que evoca los modelos republicanos de la antigüedad”.

p. 125) “Pero quizás el autor que mejor expresa el ideal de la “democracia para el pueblo de los señores” es Sydney. Fortísima es en él la insistencia sobre la igualdad de los hombres libres: “La igualdad en la que los hombres han nacido es tan perfecta que ninguno soportará una limitación de la suya al menos que también los otros hagan lo mismo”, pero el amo es dueño y señor del propio siervo sin interferencias externas…"

“La admiración por un régimen de libertad republicana fundado sobre la esclavitud o sobre la servidumbre de una parte considerable de la población, por una “democracia para el pueblo de los señores”, está muy presente en el ámbito del liberalismo inglés”.

p. 126) La revolución en Francia y Santo Domingo 

p. 127) “Dos años antes de la toma de la Bastilla (...) el modelo inglés parece también triunfar en Francia (...) Los Parlamentos nobiliarios desafían el absolutismo monárquico. El “antiabsolutismo parlamentario” o sea el “liberalismo aristocrático” se convierte en el portavoz de una “reivindicación liberal” bastante difusa. Prerrogativa de una nobleza que, como consecuencia de la venalidad de los cargos, se abre a la burguesía, los parlamentos…”

p. 128) “”El primer ataque de Burke contra la Revolución Francesa data de febrero de 1790, cuando el jacobinismo está aún muy lejos, se refiere la la “loca declaración” del 26 de agosto de 1789 [derechos del ciudadano y del hombre] y a la abolición de todos los privilegios feudales, el 4 de agosto”.

p. 132) “El planteamiento de Burke tiene profundas raíces en la filosofía de la historia de la tradición liberal, que a partir de Montesquieu tiende a individuar los inicios de la historia de la libertad y del libre gobierno representativo en los antiguos germanos. 

“No obstante las iniciales perspectivas aparentemente favorables, en París el modelo inglés se enfrenta a una rápida derrota. Éste resulta ya, en realidad gravemente empañado en el momento en el que en Francia alcanza su maduración la crisis del Antiguo Régimen” (...) “Pero en el proceso que pone en crisis en Francia el modelo inglés , el punto de inflexión [svolta] está constituido por la revolución americana. Entonces la constitución inglesa deja de ser celebrada, e incluso no faltan las críticas a Montesquieu por haberla transfigurado [muy importante; a veces se habla de la influencia de Montesquieu en la Revolución Francesa; yo sólo he percibido la de Rousseau; en todo caso, debe ser probada la influencia de Montesquieu, dado que las ocasiones en las que se habla de la influencia de Montesquieu me parecen sospechosas: tratan de maquillar la Revolución Francesa para evitar ataques del revisionismo historiográfico: Mazauric, el cuñadísimo, y Brunel]; la condena cada vez más áspera del Antiguo Régimen encuentra apoyo el la evolución política y social de la revolución acaecida al otro lado del Atlántico. (...) Condorcet observa en primer lugar América así como Diderot, y otros”.

p. 134, 135) “Cuando dos años después, [1789] el debate desemboque en la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, no pocas intervenciones se adherirán al ejemplo americano (...) En su tentativa de frenar la radicalización de la revolución [Francesa] Malouet, que se convierte el portavoz de los intereses de los propietarios de esclavos en las colonias reclama atención sobre las diferencias radicales que existen entre Estados Unidos y Francia. En el primer caso tenemos una sociedad “enteramente compuesta por propietarios ya avezados a la igualdad”. En el segundo, vemos agitarse “una multitud inmensa de hombres sin propiedad” en lucha cotidiana por la supervivencia y “puestos por la suerte en situación de dependencia”: un abismo separa “las clases felices y las clases infelices de la sociedad”; y por eso el reclamo de la “democracia”, de los derechos del hombre puede tener consecuencias devastadoras para el orden social. (...) el sentido del discurso es claro. En América, gracias a la expansión de los territorios ocupados a los pieles rojas, es posible ampliar notablemente la clase de los propietarios de origen europeo; por otro lado, las “clases infelices” no se encuentran en disposición de molestar: se trata en su mayoría de negros sometidos a esclavitud o relegados a una casta subalterna y sometida a férreo control social. Agitada exclusivamente en el ámbito de la comunidad blanca y de la raza superior, la bandera de la democracia y de los derechos del hombre no tiene nada de subversivo, pero en Francia…” [aquí Losurdo le echa imaginación y no ha leído textos: la democracia no es reclamada nunca en América, sí la república. Ni lo es en Francia hasta bien avanzada la experiencia revolucionaria en Francia, cuando Robespierre constata la guerra de clases. Rousseau no la consideraba adecuada, y significaba el poder de los pobres sobre los ricos. No conocer a Rosenberg, y no recordar lo que dicen los clásicos juega malas pasadas].

p. 135) “En el transcurso de su polémica con Londres, los revolucionarios americanos habían asimilado a esclavos a los ciudadanos privados del derecho de representación. Pero ahora este argumento es hecho valer en Francia por aquellos que se oponen a la discriminación censitaria del sufragio, ésta –truena Robespierre, criticando a quienes se inspiran en el ejemplo de Inglaterra- reduce a los excluidos a una condición similar a la del esclavo. La libertad consiste en obedecer a las leyes que uno se ha dado y la esclavitud en ser obligado a someterse a una voluntad extraña” [ajena, ajeno arbitrio] [Robespierre, VII, 162 163]. De forma análoga argumenta algunos años depués Babeuf: “Ciudadanos cuya voluntad está sin actividad [voluntad: tema de Rousseau y tema de Aristóteles: anaiscesía], estos hombres son esclavos”. Se trata de declaraciones que habrían podido sonar en la boca de un revolucionario americano. Sólo que ahora, pronunciadas a favor no ya de una élite restringida de gentileshombres y propietarios, sino de la masa de los desheredados asumen una valencia política y social muy distinta.”

[no ha estudiado el republicanismo y no valora que el aristocraticismo republicano de los liberales es la república oligárquica de los clásicos y la versión plebeya es la república democrática de los clásicos, por ello titula, como si los inventores de la república fueran los liberales y le hubiesen llamado “democracia”]

La transfiguración en clave universalista de la americana “democracia para el pueblo de los señores”” [pero jamás usaron el término democracia ellos, porque sabían qué significaba: 1) poder directo de legislación y gobierno -en contra Rousseau-, 2) poder de los pobres como consecuencia de las luchas de clases y de la dictadura sobre los ricos: en contra Aristóteles y Platón. Esta es la crítica dura que he de hacerle a Losurdo. La tradición republicana es anterior y ha sido utilizada diversamente por distintos grupos, incluido el liberalismo que, desde su aristocraticismo heredado de la nobleza (patriciado burgués), sí tiene una teoría política pública –este es un gran descubrimiento de Losurdo-. Pero estaba ahí y podía ser desarrollada desde/ para otras experiencias: Contrato Social, pe.]

p. 137) “Inicialmente en Francia no se comprende que la independencia conquistada por los colonos blancos [americanos] refuerza su control sobre los pieles rojas y sobre los negros, y no se percata de que una dialéctica análoga tiende a desarrollarse también en las colonias francesas”.

p. 138) “con el estallido de la Revolución Francesa el autogobierno se convierte en la consigna de los colonos [Santo Domingo] interesados en perpetuar la institución de la esclavitud y poner a buen recaudo [mettere al riparo] su propiedad respecto de la interferencia, de la arbitrariedad y del despotismo reprochados al gobierno central”.

Lso esclavistas franceses, admiradores de Inglaterra aceptan su forma de concebir la esclavitud: no en la metrópoli, sí en las colonias.

Resumen de discurso apologético esclavista: incluye la esclavitud del asalariado: 

“[los esclavos negros] transportados a América son providencialmente sustraídos al “despotismo más absurdo” que azota África [infuriare]. Es cierto, continúan padeciendo la esclavitud, si bien más mitigada (templada) que la padecida en sus países de origen. Sin embargo, mucho más que el esclavo americano, que tiene el sustento asegurado y está protegido por una serie de normas, está el obrero (journalier) europeo, “sometido a la voluntad absoluta, al poder de vida y muerte de su amo, que negándole o quitándole el trabajo puede tranquilamente condenarlo a muerte”.

p. 139, 140) [en Santo Domingo] “Este es el segundo inicio liberal de la Revolución Francesa. Así como en la metrópoli, los parlamentos expresan el deseo de autogobierno de la nobleza liberal, en las colonias las asambleas coloniales dan voz al deseo de autogobierno de los propietarios de esclavos”. Baranave, proesclavista, hace apología del modelo americano.

p. 141) “El equívoco inicial, que había conducido a los abolicionistas franceses a atribuir a los protagonistas de la revolución americana una carga universalista completamente imaginaria, se disuelve”.

p. 143) “Los estados Unidos no constituyen ya una real antítesis al Antiguo Régimen, entendido por Condorcet como el complejo sistema de discriminaciones y privilegios que laceran la unidad del género humano. Es necesario superar de una vez para siempre un ordenamiento político en el cual al lado de la jerarquización de los pueblos según su clima, su colocación geográfica o incluso de su diverso desarrollo económico, se añade la jerarquización, interna a cada pueblo, según su base de nacimiento o del orden de pertenencia”. “Condorcet (...) ha roto con ambas fracciones del partido liberal”.

p. 145) “Está claro el abismo que separa de las dos fracciones del partido liberal la nueva corriente política que se va formando en Francia”.

Por ello Tocqueville, en polémica con el modelo francés, pondrá siempre como ejemplo América. “...la república norteamericana se configura, no como un modelo de libertad y de democracia, sino como un variante, y ni siquiera la mejor, del Antiguo Régimen”.

p. 146) “En la metrópoli, al primer inicio liberal de la revolución, sigue de inmediato la revuelta de los siervos del campo (con el fin sentenciado [suggelatte] la noche del 4 de agosto de 1789, del sistema feudal), y, a continuación, la agitación de las masas populares urbanas”. “El segundo inicio liberal, que habría debido consagrar el autogobierno de los propietarios de esclavos, termina por estimular la revolución de los esclavos mismos”.

p. 148) El radicalismo en América Latina. Se debe presuponer que Morillo era un general competente y que Bolívar, excesivamente aferrado en un principio al criollaje, estaba bloqueado; si mal no recuerdo, Morillo había sido capaz de crear un ejército auxiliar de “blancos pobres” –los llaneros-: un general con visión política del asunto; entonces. “A fin de derrotar la encarnizada resistencia de las tropas españolas [empate estratégico, en realidad] Simón Bolívar trata de obtener el apoyo de los ex esclavos rebeldes del estado caribeño, a donde él se dirige en persona. Presidente en ese momento Alexandre Pétion (...) le promete las ayudas necesarias a condición de que libere los esclavos en las regiones sucesivamente liberadas del dominio español. Superando los límites de clase y de casta del grupos social de pertenencia , y dando prueba de coraje intelectual y político, Bolívar acepta: de la isla parten 6.000 hombres con armas y municiones, una imprenta y numerosos consejeros. Es el inicio de la abolición de la esclavitud en buena parte de América latina”.

p. 149) “Los países que se constituyen a partir de la lucha de independencia contra el gobierno de Madrid alcanzan una identidad política social y étnica caracterizada por la contaminación negra e india, y por tanto, diversa de la identidad estadounidense (...) [la cual] se configura como “una democracia para el pueblo de los señores y como un estado racial, fundados, por el contrario sobre el gobierno de la ley en el ámbito de la comunidad blanca y del pueblo elegido”. Bien diversa es la situación en América latina: entre los inicios liberales y los resultados radicales, la revolución ha puesto en acción un frente atravesado por profundas contradicciones sociales y étnicas. Se confrontan dos ideas de libertad…” [olvida que también hubo “revoluciones preventivas” dirigidas por los criollos: Sanmartín

152) “Si la isla del poder negro contribuye a difundir la emancipación de los negros en buena parte de América latina, los Estados Unidos reintroducen la esclavitud en Texas, previamente arrancada a México”.

“Sólo tras la Guerra de Secesión, los Estados Unidos aceptan establecer relaciones diplomáticas con Haiti, pero se trata de una medida exenta de cordialidad (...) no se ha abandonado aún la idea, acariciada incluso por el mismo Lincoln, de depositar en la isla del poder negro los ex esclavos a deportar fuera de la república que continúan inspirándose en el principio de la supremacía y de la pureza blanca” [no hay esclavitud pero sí apartheid y ausencia de derechos civiles para los negros tras la Guerra de Secesión. Sigue vigente el acta de 1790, solo puede convertirse en ciudadanos los blancos. Orígenes del apartheid Estados Unidos].

Oportunamente, un ilustre historiador de la esclavitud ha puesto en guardia contra la tendencia a “confundir principios liberales con empeño antiesclavista”[Davis, 1975].

p. 153) Lieber: abolicionistas, “jacobinos”.

p. 155) Tras Termidor, en Francia vuelve la esclavitud.

p. 157) “…además de sobre los esclavos rebeldes, la represión de la clase dominante blanca se abate también sobre las comunidades batista y metodista (...) Incontenible es el odio de los colonos contra las iglesias no conformistas”.

El fundamentalismo cristiano, antiesclavista, por ser antivicio sexual.

p. 163) 12. ¿Qué es el radicalismo? El conflicto con el liberalismo 

p. 166) “A una distancia de decenios, tanto Jefferson como Lincoln tienen la intención de deportar de la Unión [a los negros] y que no por azar, incluso después de la emancipación, primero en el Norte, después en el Sur, no pasan a disfrutar ni de la igualdad política ni de la civil”.

El radicalismo francés, por el contrario, es universalista y otorga derechos civiles y políticos a todos los individuos: Condorcet. En origen, la pérdida de la guerra de los 7 años y de gran parte de las colonias ayuda a aceptar el discurso anticolonial.

p. 174) “el desencanto [en Francia] por la falta de abolición de la esclavitud en América y por el emerger de un Estado racial sin precedentes pone en crisis también el modelo americano”.

p. 182) Capítulo 6. La lucha por el reconocimiento de los instrumentos de trabajo en la metrópoli y la reacción de la comunidad de los libres 

ESTE CAPÍTULO ES MUY IMPORTANTE 

1. Los excluidos y la lucha por el reconocimiento 

“Hemos visto que la tradición liberal está atravesada por dos macroscópicas cláusulas de exclusión. En realidad hay una tercera, aquella a cargo de las mujeres, que sin embrago presenta características peculiares. Cuando [allorche] pertenecen a las clases superiores, estas forman también [pure] parte, aunque sea en función subalterna, de la comunidad de los libres: piénsese en particular en las propietarias de esclavos. El movimiento de emancipación femenino [femminile] podrá adquirir una base social de masas solo más tarde, en el momento en el que puedan participar en él mujeres anteriormente recluidas en una condición de esclavitud o confinadas en los niveles inferiores de una sociedad de castas. Como explicación de los desarrollos del liberalismo en el XVIII y en el XIX está la lucha emprendida, por un lado, por las máquinas bípedas de la metrópoli, por el otro, por los esclavos y las poblaciones coloniales y de origen colonial”.

En uno y otro caso, antes incluso que por el logro de objetivos particulares, los excluidos protestan por el hecho de que les es negada la dignidad de hombres. Se trata de una lucha por el reconocimiento –en el sentido aclarado por Hegel en La Fenomenología del Espíritu-. 

p. 181) “A la lucha de los excluidos por ser reconocidos en su dignidad de hombres, corresponde en la vertiente opuesta la polémica contra la declaración de derechos del hombre. En el campo liberal, la intervención más célebre es la de Burke. En él se hace una condena total de esta teoría subversiva que abre el camino a las reivindicaciones políticas y sociales de “peluqueros” y “aguadores” [candelai. Los que ofrecen fuego], “por no mencionar otras innumerables actividades más serviles que éstas” a las reivindicaciones de la “multitud porcuna”, o incluso de gentes cuya “ocupación sórdida y mercenaria” (...) conlleva por sí misma “una mezquina perspectiva de las cosas humanas””.

p. 183) El instrumento de trabajo se convierte en ciudadano pasivo.

“Los ambientes políticos y sociales que en las dos orillas del Atlántico se auto celebran como la comunidad de los libres no entienden por libertad solo el gobierno sosegado de la esfera privada: ya se considera expresión de despotismo la exclusión de los organismos representativos y de la vida política. De otro lado, parece obvia la negación de los derechos políticos a aquellos que no tienen título alguno para ser reconocidos como miembros de la comunidda de los libres. ¿Cómo pueden pretender formar parte el “caballo” o el “caballo de carga” con el que Locke o Mandeville parangonan al trabajador asalariado, o el “instrumento vocal”, el “instrumento bípedo” o la “máquina de trabajo” de la que hablan Burke y Sieyès? Es decir, aquellos que continúan siendo definidos mediante las categorías utilizadas por Aristóteles para pensar la figura del esclavo no pueden gozar de la ciudadanía política. Si nunca son hombres, son miembros de un pueblo diverso e inferior, son bárbaros (los esclavos por excelencia)” 

p. 184) “Pero [Sieyès] tras el 14 de julio de 1789, mientras ya se discute de la proclamación de los derechos del hombre, él advierte una necesidad nueva, la necesidad de una mayor “claridad de lenguaje”. Y de ahí la distinción entre “derechos naturales y civiles” o “derechos pasivos”, por una parte, y “derechos políticos” o “derechos activos” por la otra. Los primeros que implican la protección de la “persona”, de la “propiedad”, de la “libertad”, competen a todo hombre. La ex máquina bípeda ve ahora reconocida su dignidad no sólo de hombre sino de ciudadano, aunque sea como “ciudadano pasivo” excluido de la participación en la vida política”.

“Estamos ante una novedad relevante. Al igual que durante tanto tiempo “trabajo libre” ha sido un oxímoron, debido a que en realidad trabajo era sinónimo de servitus, asimismo durante mucho tiempo la categoría de “ciudadano pasivo”: aquel que está sometido a la necesidad del trabajo y por tanto a la servitus, está por definición excluido del número de los hombres libres, los cuales gozan de la libertad y de la ciudadanía en toda la plenitud de su extensión. Para Locke carece de sentido reconocer los derechos políticos a aquellos que como sabemos se “han vuelto esclavos” de la indigencia, de la necesidad, del trabajo y de la servidumbre en él implícita, y que no forman tampoco parte de la sociedad civil, cuyo fin es la defensa de la propiedad. (...) “el derecho de voto no puede ser extendido a “personas indigentes” [Blakstone] que precisamente por eso están bajo el dominio inmediato de otros”. Ya a distancia de decenios, Constant recurre al mismo argumento cuando excluye al trabajador asalariado del disfrute de derechos políticos”.

p. 185) “…la figura del ciudadano puramente pasivo, (...) ha tenido un largo proceso de gestación a sus espaldas. Un papel no pequeño lo desempeña la exigencia interna de la comunidad de los libres, interesada en conferir credibilidad a su discurso y a su autocelebración”.

“(...) [la figura del ciudadano pasivo] es sobre todo una respuesta a la lucha por el reconocimiento impulsada por los siervos de la metrópoli”.

p. 186) “obligada por la lucha de los excluidos a concederles al menos la ciudadanía pasiva, la comunidad de los libres se encuentra en seguida que debe hacer frente a un nuevo desafío al esclavismo. (...) Hemos visto a Robespierre parangonar a esclavos ya no propietarios excluidos de sus derechos políticos. La concesión de la ciudadanía pasiva no cierra la lucha por el reconocimiento”.

p. 187) “A las objeciones de las corrientes más radicales surgidas en el curso de la Revolución Francesa trata de responder Constant. No, el no propietario excluido del disfrute de derechos políticos no puede ser confundido con el esclavo. Al contrario que el segundo, el primero, al igual que todos los demás ciudadanos, está protegido por la ley y goza de plena libertad en el ámbito de su esfera privada, y en eso reside la esencia de la libertad moderna. En Inglaterra y en América, en el curso del conflicto con la monarquía, la comunidad de los libres había reivindicado una libertad bien distinta, nada dispuesta a renunciar a la gestión de la cosa pública. Pero está claro que esta plataforma a la emergencia de un movimiento de lucha de las clases populares, que protesta contra la exclusión de los derechos políticos y al mismo tiempo pretende modificar las relaciones de trabajo y las condiciones materiales de vida. La élite dominante desarrolla entonces un discurso muy distinto: la participación en la vida política no es un elemento esencial de la libertad; en segundo lugar, las relaciones de trabajo y las condiciones materiales de vida forman parte de una esfera eminentemente privada, y por lo tanto, es absurdo e ilícito querer modificarlas con la acción política”.

“En la consideración del disfrute de los derechos políticos como un elemento esencial de la libertad, los jacobinos no argumentan de modo distinto de los revolucionarios americanos”.

p. 188) esta es “La nueva plataforma ideológica liberal” [desarrollada frente al jacobinismo]

p. 192) 5. Despolitización y naturalización de las relaciones económicas y sociales 

“Tanto más intolerable resulta a los ojos de la tradición liberal toda dilatación de lo político, por el hecho de que esta abarca relaciones que no sólo son de carácter privado sino cuya inmutabilidad está consagrada por la naturaleza o por la providencia. A los ojos de Burke es a la vez loco y blasfemo tener entre las “tareas de gobierno” “proporcionar a los pobres aquello que la divina providencia ha querido momentáneamente negarles”.

“Una vez estallada [la Revolución de 1848], ya a partir de febrero, el liberal francés [Tocqueville] la considera socialista o infectada de socialismo, por el hecho de que en la misma están muy presentes “las teorías económicas y políticas”, las cuales querrían hacer “creer que las miserias humanas sean obra de las leyes y no de la providencia, y que se podría suprimir la pobreza cambiado el ordenamiento social”.

“En tal modo, la economía política , por un lado se confunde con la teología, por otro lado, tiende a ocuparle el sitio en el sentido de que ahora tal “ciencia” es la llamada a sancionar y santificar las relaciones sociales existentes”.

[Y qué quiere decir “ciencia”: superchería]: dice Tocqueville: “tales leyes (...) en cuanto surgen de la naturaleza del hombre y de la estructura misma de la sociedad, están puestas fuera del alcance de las revoluciones” [por ello hubo que escribir una “crítica de la economía” no una economía].

p. 194) “la divergencia entre liberalismo y radicalismo (del cual Marx y Engels son herederos críticos)…” 

“Y como los dos autores del Manifiesto, también el liberal Tocqueville compara con el esclavo al obrero del tiempo, obligado a sufrir en la fábrica una “estrecha dependencia” y fuera una miseria degradante y opresiva”.

p. 198) “Así pues, con un vuelco de las posiciones respeto de Burke, ahora el liberalismo reprochará a las corrientes más radicales no ya el individualismo, sino el pisoteo de las razones del individuo”.

p. 199) “En el combate entre el liberalismo y sus críticos, se ha producido un vuelco de posiciones en lo que hace al laissez faire del individuo”.

p. 202) “El grito de alarma [de los liberales] contra el peligro de la desaparición de la individualidad y contra el amenazante “hormiguero” [socialsita] expresan la incomodidad de la restringida comunidad de los libres, en primer lugar por la extensión de los derechos políticos, y después, en medida creciente, por la reivindicación de derechos económicos y sociales”.

p. 204) ¿Críticas al liberalismo como reacción antimoderna? 

[muy importante] 

“Se produce, sin embargo, un fenómeno paradójico. Mientras, por un lado cultiva nostalgias pre modernas, por el otro, el liberalismo combate el movimiento empeñado en la reivindicación de los derechos políticos y de los económicos y sociales, acusándolo de sustancial incapacidad para comprender y aceptar la modernidad. El primero en encaminarse en esta dirección es Constant.

p. 206) “A los ojos de Lord Acton, (...) el sufragio universal constituye un fenómeno de regresión pre- moderna: este es “absolutista y retrógrado” por cuanto favorece la dilatación del estado y el despotismo ya felizmente superados por el liberalismo”. En conclusión, más que como fruto de la antigüedad clásica, como en Constan, jacobinismo, socialismo y a veces la propia democracia son ahora acusados de cultivar nostalgias de Antiguo régimen, ya se trate del medioevo o de la monarquía absoluta. 

“Este último motivo encuentra su expresión más completa en Tocqueville, según el cual, con su pathos estatista, radicalismo, jacobinismo y socialismo se colocan en línea de continuidad con el estatismo, “el centralismo administrativo” y “la tutela administrativa” del Antiguo régimen”.

p. 207, 208) “Hay que añadir que, como ha reconocido explícitamente, él [Tocqueville] ha tomado esta tesis de Niebuhr, de quien se considera discípulo y, más en general, de la cultura alemana absorbida por él antes de abandonar Prusia a los 27 años, la tesis de la continuidad entre el Antiguo Régimen y la revolución ha encontrado larga fortuna en primer lugar en el país en el que el antiguo régimen se revela más tenaz”.

p. 208) “Vemos que la Revolución Francesa y el jacobinismo son puestos en relación de continuidad, según la ocasión [de volta in volta] con la antigüedad clásica, el medioevo y el absolutismo monárquico; el pasado al que lo nuevo es reconducido y reducido puede tener las más diversas figuraciones”.

“La profesión de fe individualista desarrolla en ciertos casos un papel claramente represivo”.

p. 212) “Una vena socialdarwinista atraviesa el pensamiento liberal desde sus inicios. (...) Desde los inicios la tendencia a naturalizar el conflicto social y a representar la riqueza y el poder de las clases dominantes como expresión de una inmutable ley natural…”

p. 213) “Frente a la nueva dimensión conseguida por la lucha por el reconocimiento amplios sectores de la clase dominante reaccionan agitando amenzadoramente las leyes de la selección natural, que condena a los incapaces a una muerte precoz”.

p. 214) “No tiene sentido excluir a Treitschke y Rochau [social darwinistas alemanes] de la tradición liberal mirando al tercer Reich y presuponiendo una suerte de infernal teleología negativa”. Sobre todo el segundo, es pro inglés, admirador de EEUU, y rechaza el estatismo que considera francés, etc.: perfectos liberales.

215) “Se comprende que el socialdarwinismo se afirme sobre todo en Inglaterra, Estados Unidos y Alemania (...) veremos que los tres se consideran miembros de una única familia o raza que surgiendo en Alemania, ha atravesado primero el canal de la mancha y después el Atlántico; y los tres tienden a considerar como fracasados –falliti- a los latinos (por no hablar de los pueblos coloniales) y a atribuir el propio éxito a la acción desplegada por la selección natural…” 


Capítulo 7. El Occidente y los bárbaros: una “democracia para el pueblo de los señores” de dimensión planetaria 

p. 216) Inquietud por la aparición del primer estado independiente negro, Santo Domingo-Haití, “que llena de escándalo de horror al mundo liberal en su totalidad. Perpelejidad e inquietudes suscitan también el éxito de la guerra de independencia contra España que alcanza el éxito gracias a la contribución de los ex esclavos de Santo Domino (...) isla que a los ojos de Jefferson, puede ser útil sólo como estercolero al que deportar y depositar a los negros” 

p. 217) Para esta misma operación, John O'Sullivan, el teórico del “destino manifiesto”, piensa sobre todo en el continente latino americano [citas de O., de Lynds, de Tocqueville].

“Mientras en el ámbito de la Commonwealth inglesa los colonos blancos ven reconocido el derecho de autogobierno, los pueblos latino americanos excluidos de la comunidad blanca y de la comunidad de los libres propiamente dicha, pasan a formar parte del mundo colonial. Se despliega así la doctrina Monroe: reinterpretada y radicalizada en 1904 por Theodore Roosevelt”.

p. 219) “Después de un breve intermedio (la denominada Reconstrucción) que sigue inmediatamente a la guerra de Secesión y durante la cual los afroamericanos alcanzan a disfrutar realmente derechos políticos y civiles, la re pacificación de 1877 entre los ex enemigos restablecen en el Sur de los EEUU el autogobierno de los blancos, los cuales someten a los esclavos a penas emancipados a una dictadura terrorista fundada en el principio de la white supremacy. Al igual que en Sudáfrica el compromiso entre los ingleses y los boers, también en los Estados Unidos el compromiso entre el gobierno central y la clase dominante del Sur que recupera el derecho de autogobierno abre la vía a la reafirmación de la “democracia para el pueblo de los señores”.

p. 221) 3. Expansión de Europa en las colonias y difusión de la “democracia para el pueblo de los señores”

[Este título revela el error de llamar democracia a esos regímenes; hasta principio del siglo XX y antes de la Revolución bolchevique sólo hay dos democracias en Europa: Noruega y Finlandia, ninguna de las cuales es estado colonial. Si se acepta como democracia el voto masculino, también la Tercera República Francesa de 1871 (mujer, derechos civiles, no derechos políticos) lo es y basta (Nueva Zelanda y Australia, con poderes blancos desde los años 90 del XIX, eran regímenes “White” con persecución de indígenas que no eran considerados con derechos civiles y no era más peligroso asesinar a un indígena que matar a un conejo). Losurdo parece sugerir que el colonialismo extendió la democracia entre blancos; es la teoría de la aristocracia obrera; como si el algodón indio hubiera hecho vivir mejor a los obreros manuales del textil inglés o a los campesinos prusianos. Esos regímenes liberales no eran democracias: eran meros regímenes parlamentarios censatarios, con fortísima restricción de voto –Inglaterra hasta después de la Revolución bolchevique-, cuando no meros regímenes constitucionales, con parlamentos “consultivos” y con poderes ejecutivos elegidos a dedo por el monarca: el parlamento de los “hotentotes” prusiano, el español de la Restauración, el italiano de los Saboya, etc. La democracia aparece como opción tras la Revolución Rusa y es combatida ferozmente: fascismos]

[conjunto de citas literales, feroces y liberticidas de J. S. Mill, en 222 y 223. Y en el resto del capítulo y hasta el final, conjunto de citas feroces de Tocqueville, en 230-236]

p. 238) Vuelta a redefinir el concepto de “liberal”: cuándo pasa de ser adjetivo a ser sustantivo.

p. 239) “En el ámbito de la contraposición entre “liberales” y “serviles” que se va delineando, la actitud “liberal” es definida tanto por antítesis con respecto al poder absoluto del monarca como a la condición servil o incluso tan sólo plebeya

p. 240) “la profesión de fe liberal por un lado critica la dilatación indebida del poder de la Corona, por otro lado toma distancia respecto de las clases subalternas, sujetas al trabajo y por tanto serviles. (...) Ya en 1790 [a Burke] a causa del redimensionamiento del peso de la nobleza, la libertad de los franceses aparece al estadista inglés contaminada de “tosquedad y vulgaridad”: aquélla “no es liberal” (is not libera). Contraponiéndose a todo lo que es vulgar y plebeyo, “liberal” tiende a ser sinónimo de aristocrático”.

[La base del fascismo cuando las bestias plebeyas pretendan el reconocimiento en Europa; sólo hay que añadir el terrorismo sistemático aprendido por las administraciones y los ejércitos coloniales, y el subsiguiente desprecio a la vida, además de la minusvaloración de la vida aprendida durante la Primera Guerra Mundial] 

p. 241) “Incluso en Francia el partido liberal, que se va constituyendo, se define en el curso de la polémica, sí contra la monarquía absoluta pero también, y quizá, sobre todo, contra las masas populares y su vulgaridad. Y por eso Sieyès está a favor de Napoleón en Brumario; los liberales están con él. Sieyès, Talleyrand, Constant, sinónimo de aristocrático en Burke, ahora “libera” es sinónimo de conservador (y tutelar) [en la Revolución Francesa]”.

p. 242, 243) “El término “liberal” nace de una auto designación orgullosa, que tiene al mismo tiempo una connotación política, social y incluso étnica (...) “libres” es una “noción colectiva”, es un signo de distinción que compete a los “bien nacidos” y solo a ellos”. “Se trata de una auto proclamación que es al mismo tiempo una exclusión”.

p. 245) Constitución de los Estados Unidos: “primer estado racial” 

p. 246) “En las colonias inglesas y en los Estados Unidos ha arreciado largamente una esclavitud con características particularmente repugnantes, en gran parte desconocida “en el mundo antiguo y en oriente””.

p. 247, 248) Mill 

p. 248) Cómo afrontar adecuadamente [tempestivamente] la amenaza de los bárbaros de la metrópoli 

“Además de provenir de las colonias, el desafío a la comunidad de los libres puede surgir en la misma metrópoli (...) y como contra la barbarie externa, así contra la interna el remedio es la dictadura. Montesquieu no tiene dudas (EL XI 16, EL II, III)…”.

p. 250) “Si Montesquieu denuncia en cuanto liberal y despótico cualquier intervención que cancele los privilegios hereditarios de la nobleza, Constant considera inadmisible la puesta en discusión del monopolio propietario de los organismos representativos”.

p. 251) La tradición liberal y sus tres teorías de la dictadura

p. 252) “La dictadura modernizadora no es evocada por Tocqueville tan solo con los ojos vueltos al pasado: el liberal francés se pregunta y pregunta a su interlocutor inglés, si “una dictadura temporal, ejercida de modo firme e ilustrado, como la de Bonaparte después del 18 Brumario, no sería el medio para salvar Irlanda”.

p. 253) “De la autocelebración de la comunidad de los libres (y de la tradición liberal) es parte integrante la contraposición entre la custodia intransigente e incondicionada de la libertad que ella se auto atribuye y la inclinación al despotismo reprochada a los adversarios. En realidad hemos visto emerger tres teorías de la dictadura: la dictadura de los pueblos civiles sobre los bárbaros de las colonias, la dictadura que en las metrópolis reprime la subversión popular; la dictadura que en una situación de estancamiento impone desde arriba las reformas necesarias (...) pero para Tocqueville (...) precisamente la “dictadura revolucionaria” desde abajo es la “más hostil a la libertad””.

[el “estalinismo” recoge todos estos elementos del liberalismo: 1) desarrollismo económico e industrialismo como fin: modernización o “revolución industrial” –paradigma burgués- y no modernidad política: república democrática. 2) Dictadura como forma de poder de la élite, teoría liberal de elites como poder; las dos cosas (1, 2) liberales. 3) Dictadura terrorista para la acumulación originaria en las colonias y sobre el campesinado de las colonias; sólo que Rusia tenía las colonias, no en el Congo como los belgas, sino en su estado-imperio. Estos tres elementos, se encuentran en la socialdemocracia: industrialismo, elitismo o teoría de elites y defensa del colonialismo (Berstein, España, 1931, Guy de Mollet, etc.) / desprecio del campesinado. 4) Dictadura para reprimir a los de abajo, aunque menos, la desmovilización se produce durante la guerra civil; pensamos que la gana la revolución porque triunfa el ejército rojo, pero en realidad aniquila la movilización popular, la arrasa: ver el Don Apacible de Solokhov. Una revolución derrotada a pesar de su éxito militar contra la contrarrevolución: Nicaragua, pero también la URSS. A partir de ahí las elites pueden imponer su lógica, temida por Lenin]

p. 254) “Desgraciadamente –observa Burke en febrero de 1790- con la transformación de los Estados Generales en asamblea nacional constituyente y con ello con el redimensionamiento del peso político de la nobleza y del clero, los franceses han revelado estar infectados por una “enfermedad”: pasando del despotismo al subversivismo anarcoide han demostrado ser un “pueblo cuyo carácter no conoce término medio””.

p. 257) Hay pueblos y clases vulgares y bárbaras, inferiores, incapaces de apreciar la libertad: “en este sentido, el recurso a la explicación en clave psicopatológica del conflicto es inmanente a la tradición liberal”.

p. 259) “[el liberalismo] continúa entendiendo la libertad como un “privilegio” más que como un “derecho común”, como ocurre en el país protagonista de la revolución de 1789”.

p. 261) De la teoría de la enfermedad se pasa fácilmente a las raíces étnicas o raciales de los pueblo que no saben o no pueden disfrutar de la libertad.

p. 264) En el liberal Gobineau, que critica a los franceses “Existe una novedad. La enfermedad tiene ahora una concreta base étnica. Lo vehiculan en Francia y en el resto del mundo los no –arios”.

p. 264, 265) “Desde los inicios la autoproclamación de la comunidad de los libres siente la necesidad de recurrir a los mitos genealógicos que otorguen un fundamento a este gesto de distinción. (...) A finales del siglo XIX el mito genealógico teutón conoce una amplia fortuna (...) son ahora estos tres países [Alemania, Inglaterra y EEUU] los que son celebrados [por los liberales] como la vanguardia de la comunidad de los libres, o como los pueblos que mejor encarnan la causa de la libertad”.

Importancia de Disraeli en el desarrollo de la teoría religioso-racial de los pueblos no libres y libres

p. 268) “Gobineau. Este, que celebra a los arios en razón en primer lugar, de sus “tradiciones liberales” e individualistas, no en vano dedica su libro “a su majestad Jorge V”; junto a Inglaterra Gobineau toma como modelo al otro país clásico de la tradición liberal, los EEUU”. 

Burke, Disraeli, Tocqueville, Constant: raíces de la explicación racista de la libertad y de la revolución.

p. 275) 12. El conflicto de los dos liberalismos y las recíprocas acusaciones de traición 

“En la forma de afrontar el desafío representado por la lucha por el reconocimiento desarrollada por los excluidos, la comunidad de los libres obviamente no da siempre respuesta unitarias (...) Una fracción se identifica de modo más o menos obstinado con las posiciones de aquel exponente del proto- liberalismo inglés que hace coincidir la “verdadera libertad” con el control no turbado ejercido por el señor sobre su familia, y por lo tanto sobre sus siervos y sus bienes. Otra fracción se esfuerza por el contrario en hacer cuentas con la idea de libertad originariamente agitada por los siervos, los cuales rechazan ser asimilados a los bienes del señor, y se empeñan en conseguir la emancipación gracias a la intervención del poder político, sea el existente o bien el que se forma sobre la oleada de una revolución desde abajo. Las luchas desencadenas por los siervos agudizan el sentimiento de malestar de ciertos sectores de la comunidad de los libres”.

p. 279) “Una libertad entendida exclusivamente como no interferencia del poder político en la esfera privada de los medios de producción y trabajo” 

p. 280) “Durante siglos el mercado del occidente liberal ha comportado la presencia de la esclavitud –mercancía y la compra-venta de los siervos blancos a contrato. Incluso la línea de separación que separa mercancías de un lado y la figura del adquiriente/vendedor por el otro es el resultado de intervenciones políticas e incluso militares, durante siglos aborrecidos como sinónimo de artificioso y violento constructivismo”.

p. 291) “En este contexto podemos colocar el tercer gran conflicto en la historia del liberalismo [1: independenica de los EEUU; 2: Guerra de Secesión] aquel que a partir de la Primera Guerra Mundial, ve contraponerse en particular de un lado a Inglaterra (y Estados Unidos), del otro a Alemania, la más reciente y ambiciosa incorporación de la comunidad de los libres (...)”.

p. 292) “La lectura aquí sugerida del tercer gran conflicto puede suscitar estupor. Resulta un obstáculo para la comprensión de este acontecimiento la teleología negativa, la cual tiende a leer la historia de Alemania en su conjunto como una serie de etapas que conduce de forma obligatoria hacia el horror del tercer Reich. En realidad, en la vigilia de la Primera Guerra Mundial, Alemania no era, ciertamente, menos “democrática” que los Estados Unidos, donde dominaba la opresión racial, o que la Gran Bretaña, que ignoraba por completo el sufragio universal masculino (...) Sobre todo no hay que olvidar que entre el Ochocientos y el Novecientos, tanto en tierra inglesa como americana, Alemania era considerada a todos los efectos un miembro del club exclusivo de los pueblos libres.

Y una vez más, se pone de manifiesto la dialéctica que ya conocemos. Al enfrentarse en una guerra total, que exige la movilización de la cultura además que la de los ejércitos, surgen antagonistas que anteriormente se han cumplimentado recíprocamente como miembros de la comunidad de los libres, o miembros particularmente autorizados, de la comunidad de los libres, en este caso, de la gran familia teutona o aria, unida por la celosa custodia de la autonomía individual y del amor al autogobierno y de la libertad”.

p. 293, 294) [datos históricos, que, según Losurdo jalonan el comienzo del liberalismo: la revuelta contra Felipe II en los Países Bajos, la Gloriosa Revolución, la derrota turca ante las puertas de Viena en 1683, que favorece la crítica del absolutismo. Fin del libro la Primera Guerra Mundial]

p. 294) “con la ruptura epocal de 1914 irrumpe en todo su horror la Segunda Guerra de los Treinta Años, como ha sido definido a menudo el conjunto de las dos guerras mundiales de la primera mitad del siglo XX”.

p. 298) “En Holanda, Huizinga observa que “La revuelta contra el gobierno español fue una revolución conservadora y no podía ser de otro modo” (...) “una principesca república oligárquica de ciudades comunales y de señores feudales”, una “gran aristocracia”, una “oligarquía feudal””.

p. 303) “La historia de los Estados Unidos estaría caracterizada por dos secesiones reaccionarias (o con componentes reaccionarios más o menos fuertes), la una victoriosa, la otra derrotada”.

p. 304) “[pero] Por otro lado no hay que perder de vista la otra cara de la medalla. La conquista del autogobierno por parte de la sociedad civil tiene un verdadero alcance revolucionario. Liberados de un poder arbitrario, los miembros de la clase que accede al poder se garantizan recíprocamente la libertad y el respeto a las reglas con la edificación de estado constitucional y el advenimiento del liberal gobierno de la ley”.

p. 305) “En sus inicios, el liberalismo expresa la autoconciencia de una clase de propietarios de esclavos o de siervos, que se va formando mientras el sistema capitalista comienza a emerger y a afirmarse gracias incluso a aquellas prácticas despiadadas de expropiación y de opresión puestas en obra en la metrópoli y sobre todo en las colonias (...) Contra el despotismo monárquico y el poder central esta clase reivindica el autogobierno y el disfrute tanquilo de su propiedad”.

p. 310) “A partir de esta absoluta e inmodificable preminencia vemos a una élite exclusiva, la restringida comunidad de los libres, formular de modo explícito la pretensión, hasta entonces ignorada y desconocida, de ejercitar una dictadura planetaria sobre el resto de la Humanidad”.

p. 313) “A caballo de la revolución americana, “el racismo se convierte en un ingrediente esencial, quizá inconsciente, de la ideología republicana”, es decir, de la ideología que preside la edificación de la “democracia para el pueblo de los señores””.

p. 332) “En los años que anteceden al estallido de la segunda guerra de los Treinta años, vemos acumularse un gigantesco material explosivo (...) se trata de bloquear o rechazar para atrás las dos luchas por el reconocimiento que ya conocemos; al otro lado del Atlántico, la rebanas de la supremacía blanca registra su triunfo ya a partir de 1877”.

p. 334) “Theodore Roosvelt puede ser comparado tranquilamente con Hitler”

p. 336, 337) “Es banalmente ideológico caracterizar la catástrofe del siglo XX como una especie de nueva invasión bárbara que de improviso agrede y arruina una sociedad sana y feliz. El horror del siglo XX proyecta su sombra sobre el mundo liberal incluso si se hace abstracción de la suerte reservada a los pueblos de origen colonial. (...) La habitual hagiografía resulta inconsistente incluso si, en la reconstrucción del mundo liberal, nos limitamos al análisis de la metrópoli y de la comunidad blanca”.

336) “El horror del siglo XX no es algo que irrumpe improvisadamente desde fuera en un mundo de pacífica convivencia. (...) es necesario decir adiós de una vez por todas al mito del tránsito gradual y pacífico, y a partir de motivaciones e impulsos puramente internos, del liberalismo a la democracia, es decir del disfrute generalizado de la libertad negativa [acepta la tontería de Berlin] al reconocimiento siempre a escala cada vez mayor de los derechos políticos”.

Fin 

[No conoce las teorías republicanistas y no sabe que lo que ocurre desde el XVII es una aplicación de la traditio republicana en versión oligárquica. Es como si estuviera liberándose ahora de una etapa previa de admiración por el liberalismo, que según Florence Gauthier, ha sido general. Koselek: historia de conceptos, no de ideas. No existe una idea hasta que se enuncia conceptualmente y con conciencia.]



[*] Notas a partir de la lectura de la edición italiana; posteriormente, El Viejo Topo edita una traducción al castellano de María Gasca, revisada por Joaquín Miras.

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