Volviendo sobre la CEE (1984)

Volviendo sobre la CEE

Joaquín Miras



La semana anterior publicaba en este mismo espacio un artículo, en el que se aportaban datos que permitían comprender que el ingreso de España en la CEE no podía dar ninguna solución a los problemas de los trabajadores, debido a la tremenda crisis económica que también padecen los países que integran dicha organización capitalista: 14 millones de parados, casi 60 millones de pobres, etc. Pero es necesario señalar también cuáles son los efectos que la entrada de España en el Mercado Común acarreará para los trabajadores, porque el problema es que no solo no se producirán todas las ventajas prometidas, sino que el ingreso en el Mercado Común supondrá graves quebrantos para la clase trabajadora.

La reconversión industrial española

Según un informe económico -el informe Musto- "solo el 40% de las empresas españolas están en condiciones de resistir la competencia económica con la que se encontrarán en el MCE". De este 40%, más de la mitad son ya empresas pertenecientes al gran capital transnacional que ha penetrado en España -Ford, etc. En cuanto al restante 60%, el mismo informe indica que solo el 20% estaría en condiciones de adaptarse a la nueva situación con la ayuda económica del Estado -uno de los objetivos de la denominada "reconversión industrial"- las demás empresas quebrarán y esto generará más paro.

A esto hay que añadir que si un sector importante de la economía española se hunde a causa de la competencia del gran capital monopolista transnacional el MCE exige, además, y como condición previa al ingreso de España en esta organización, el desmantelamiento de otra parte de nuestra industria y de nuestra agricultura, precisamente porque es excesiva la competencia que puede hacer a otros países del MCE: el desmantelamiento de los Altos Hornos de Sagunto, cuyo acero puede ser ventajosamente competitivo con el de la República Federal Alemana, por costos y proximidad a África, área de exportación; la liquidación de los astilleros españoles -habíamos sido el sexto país del mundo en construcción naval-, la desaparición de CAMPSA, para que el mercado español quede aún más a merced de las grandes compañías petrolíferas internacionales. El desarraigo de una extensión olivar equivalente a la provincia de Jaén, los agrios valencianos, el vino, la huerta, etc. También esto forma parte del plan de "reconversión industrial". Y es que España ingresará en el MCE, pero no como miembro con reales plenos derechos, sino que junto con Portugal, Grecia y el sur de Italia, su entrada será para servir como mercado para los países que forman el "real" mercado común (si se permite la frase): Alemania Federal, Francia, Gran Bretaña.

Toda esta enorme destrucción de puestos de trabajo, unos por pertenecer a empresas no competitivas, otros por pertenecer a empresas que lo son demasiado, hace que, según un informe ya viejo de la banca española, se estime que el paro en España superará con largueza los tres millones de trabajadores.

¿A quién beneficia este negocio?

Si los resultados son los indicados, si va a aumentar el paro y la pobreza de los trabajadores y van a quebrar a multitud de empresas españolas, ¿a quién beneficiará la "operación MCE"?

La entrada en el MCE beneficiará al capital monopolista español: la gran banca, las compañías eléctricas, la Telefónica, y al mundo de las finanzas en general, bien engarzado ya con el capital monopolista internacional y deseoso de suprimir trabas que le impiden operar en Europa con más libertad. El capital no duda en depauperar y amiseriar el país, si consigue con ello aumento de beneficios. 

Cuando discutimos con un defensor del MCE y le echamos por tierra sus argumentos sobre lo bien que nos vendrá a los españoles el ingreso en el MCE, recurre por último al argumento de que la entrada en el MCE puede ser "dura", pero que ninguna economía puede subsistir al margen del resto de la economía mundial. Si bien es cierto que ningún país puede automarginarse de la red de relaciones económicas conformada por el mercado mundial, eso no quiere decir ni por un momento -he aquí la última mentira- que España no tenga otra posibilidad que la de entrar en el MCE.

España economía complementaria

La economía española, por sus características con: a) los países no alineados; b) los países socialistas; nuestra economía resulta complementaria de la de ellos.

Los países no alineados, mayoritariamente subdesarrollados, están objetivamente interesados en mantener intercambios con potencias intermedias como España, con los que las relaciones se producen en condiciones de igualdad, y no en las draconianas condiciones que imponen las grandes potencias imperialistas -EE.UU., RFA, Japón. España posee una no menospreciable industria pesada y de bienes de equipo, así como conocimientos tecnológicos no desdeñables para estos países. América latina y África son dos enormes potenciales mercados para España.

De otro lado, nuestra economía, con una agricultura de tipo mediterráneo y una asentada industria ligera: electrodomésticos, gama blanca, textil, muebles, etc., resulta plenamente complementaria de la de los países socialistas, los cuales tienen una industria pesada y una tecnología superiores a la nuestra y necesaria para nosotros, y poseen una industria ligera reducida y una agricultura que, por razones de clima, ofrece posibilidades a los productores agrarios de tipo mediterráneo.

Resulta falso que la entrada en el MCE sea la única y la más ventajosa de las posibilidades que tiene la economía española.

Resumen

La Europa del Mercado Común no es la Europa de los trabajadores; es un proyecto que responde, como su propio nombre indica, a los intereses de los mercaderes. La entrada de España en el MCE significa la destrucción de cientos de miles de puestos de trabajo, el sometimiento de nuestra economía, aún más férreamente, a los dictados del gran capital transnacional y el aumento de la pobreza. Luchar contra el MCE es luchar contra el capitalismo, por la revolución y por una Europa auténticamente solidaria y de los trabajadores; la única posible: la Europa del socialismo. Estos son los argumentos que nos sirven en tal pelea: no dejemos que nos lleven al huerto.



Texto aparecido en el núm. 87 del periódico Avant, pág. 2, 19 de abril de 1984. El artículo se encuentra disponible online en el arxiu Josep Serradell.

Comentarios