Sin dialéctica no hay revolución (1983)

Sin dialéctica no hay revolución

Joaquín Miras



En la terminología propia del materialismo histórico existen palabras cuyo significado exacto es desconocido por muchos camaradas del partido. Como fue expuesto en cursillo de formación realizado en el Vallès, esto es lo que ocurre, concretamente con las palabras "dialéctica" y consecuentemente, "método dialéctico de estudio". Vamos pues a intentar dilucidar brevemente el significado de ambas técnicas, e incluiremos, al final, una breve bibliografía para quienes deseen profundizar más sobre el tema.

La palabra "dialéctica" significa transformación, cambio, y se emplea refiriéndola a la materia. Según la concepción del mundo o visión general de la realidad que tiene el materialismo dialéctico -el marxismo-, la materia, o conjunto general que abarca todo lo existente, incluido el pensamiento humano y los sentimientos (1) está compuesto por múltiples totalidades, es decir, por múltiples conjuntos de elementos, los cuales están relacionados entre sí formando entre todos una determinada unidad (2). Cada una de estas totalidades o estructuras -por ej. las galaxias y los sistemas solares en lo cósmico, el reino vegetal y animal, por ej. en la tierra, y también, en las clases sociales, el todo o estructura del pensamiento, el trabajo socialmente organizado, etc.- está en constante cambio o transformación a causa del efecto que cada uno de los elementos que la componen produce el relacionarse con los demás elementos de su propio conjunto. A veces, cada una de estas totalidades o estructuras constantemente cambiantes se interrelacionan con las otras totalidades existentes y reaccionan las unas con las otras, causándose entre sí nuevas transformaciones o modificaciones. Cuáles sean los elementos o los sistemas que adquieran mayor fuerza transformadora sobre los demás en un momento dado, es algo que hay que estudiar en cada caso. A causa de toda esta multitud constante de transformaciones que se producen en cada una de las totalidades o sistemas, debido tanto a la interacción de los propios elementos internos del sistema, como a la modificación de todo el sistema o estructura por efecto de la acción de otras totalidades sobre él, hay ocasiones, que no pueden ser predichas con anterioridad, más que condicionalmente -"en el caso de que ocurra ésto, si además, se produce, lo otro..."- en las que la transformación del conjunto es tan notable que origina el surgimiento, a partir del sistema existente, que desaparece, de un nuevo sistema con características peculiares totalmente nuevas, así, por ej. del sistema social o conjunto de diferentes estructuras interrelacionadas que se llamó feudalismo, surgió un nuevo sistema social, básicamente diferente, llamado capitalismo que, una vez dan lugar a que la materia se organice según estructuras que no son en absoluto repeticiones de otros anteriores, sino que son siempre distintos, es decir, nuevos e irrepetibles. Si tomamos como ejemplo el reino animal vemos que, en ese todo o sistema, sólo se produjeron una vez las condiciones precisas para que existieran grandes reptiles; ahora no las hay y no las volverá a haber jamás. Si consideramos las transformaciones sociales podemos ver cómo el particular conjunto de relaciones sociales llamado feudalismo, al que ya nos hemos referido, se produjo una vez gracias a una serie muy concreta de condiciones precias -sobre las que actuarán obviamente consciencias humanas- que quedaron superadas y ya no volverán a producirse y coincidir todas juntas de nuevo. A ese doble efecto de cambio e irrepetibilidad de los sistemas se le llama historicidad; a tal efecto, también la evolución de la naturaleza es histórica, aunque sus cambios se producen con tal lentitud que los seres humanos podemos estudiarla sin tenerlos en cuenta.

Resumiendo hasta aquí: la concepción dialéctica de la realidad considerada según lo dicho, que las constantes transformaciones que se producen en la materia, no se deben a que haya ningún ser exterior a la materia misma -genio, triángulo, dios- que la haga cambiar, sino que el movimiento constante que se produce en la materia es el resultado de la interacción propia de la materia sobre sí misma; la propia materia posee la propiedad del cambio o movimiento; en filosofía a esta proposición se la denomina inmanentismo o materialismo.

La forma de consciencia dialécticomaterialista

Al definir cómo era, según el materialismo dialéctico, la generalidad o totalidad de lo existente y declarar que todo lo existente es materia y que se transforma a sí misma pues el movimiento es una propiedad de la misma hemos insistido varias veces en que esto era una manera de concebir el mundo o visión del mundo. A ella se oponen aquellas otras visiones del mundo que consideran que existe un dios o geniecillo encargado de "dar cuerda" a la materia. Todo tipo de afirmaciones generales, o afirmaciones sobre el todo, lo mismo materialista que espiritualista no puede ser probado por la ciencia empíricamente, porque no son proposiciones científicas, sino de otro tipo: formas generales de pensar la realidad como un todo. Las ciencias positivas, que son las que se encargan de "probar científicamente" -valga la redundancia- no juzgan ni abarcan la totalidad de lo existente, entienden cada una de una rama particular: medicina, botánica, física...; las ciencias, en su ámbito de acción son, desde luego, materialistas: un científico que investigue sobre el cáncer, cuando lo haga buscará dentro de la materia la causa de ese mal y no supondrá que lo origina el diablo o que es un castigo de dios; si así pensara no estaría investigando, sino recomendado a los enfermos rezar avemarías. Pero el hecho de que todas y cada una de las ciencias actúen según criterios materialistas en sus ramas respectivas no les permite por su propia limitación, que es, de otro lado, la que nos da confianza en ellas, dar opiniones sobre el todo, y menos tener instrumentos teóricos para probarlas.

Elaborar opiniones generales sobre la totalidad de lo existente es precisamente el cometido teórico intelectual de las visiones del mundo; entre estas, hay unas, como el materialismo dialéctico, que tienen constantemente en cuenta los resultados y métodos de las ciencias, y otras, sin embargo, que cuando generalizan o establecen ideas globales lo hacen desentendiéndose de lo que cada ciencia realiza en su ámbito de conocimiento. Así, si las ciencias buscan las causas de los fenómenos que analizan en la misma materia y ello les produce resultados objetivos positivos, podemos concluir infiriendo lógicamente el juicio general, -que por ser general no será científico, pero que no por no ser científico será menos de creer-, de que no existe más que la materia y que esta se transforma por sí misma.

El método de investigación dialéctica

Como hemos dicho, cada uno de los conjuntos o estructuras que conforman la materia está en constante cambio, tanto por la constante actividad interna al propio sistema como por las interacciones con los demás; por lo tanto, se llamará método dialéctico a aquella disposición intelectual de quien intente estudiar cada uno de esos conjuntos singulares buscando cuáles son los elementos nuevos que han surgido o amagan surgir y cuál es la combinación de interrelaciones dialécticas que los producen. Si, por ej. estudiamos la sociedad, se tratará de encontrar, no lo que es común a la sociedad en todas las épocas -ya sabemos, y es muy importante ciertamente, que el ser humano siempre ha vivido en sociedad, siempre ha trabajado, siempre ha tenido, en un grado y otro, autoconsciencia, etc.- sino aquellos rasgos que, por efecto del cambio, hacen diferente la sociedad de esa etapa histórica de todas las demás; en nuestra época, se trata de comprender cuáles son los rasgos específicos que configuran esta sociedad como sociedad capitalista, los cuales son distintos a los que la configuran como sociedad feudal, y se trata también de captar, en la medida de lo posible, cuáles son las transformaciones que se están incubando en el presente, aunque todavía no se han manifestado claramente. Cuando Lenin escribía sobre lo que debía ser el método dialéctico proponía -el análisis concreto de la situación concreta-; otro gran teórico marxista, Lukács, escribía que se trataba del estudio de la -totalidad social concreta-, como vemos, ambas frases confirman lo que venimos señalando: el objeto de estudio de la dialéctica es precisamente lo "concreto" y peculiar de esa sociedad o de ese todo de la naturaleza; es decir, y pasando ya a tratar sólo de la sociedad en adelante, lo que en cada período histórico y en cada uno de los todos sociales que lo configuran -capitalismo, feudalismo, Inglaterra, España... etc.- es diferente, por efecto de su propia dinámica: encontrar qué es lo típico de un todo en contraste con todos los demás y dar cuenta de las causas que lo originan, he aquí la tarea.

Método dialéctico y método científico

Comprenderemos mejor la importancia de lo dicho, si comparamos el método dialéctico, aunque sea muy abstractamente, con el método científico de estudio. Vaya por delante que la dialéctica no es una ciencia según el sentido habitual de ese término, aunque no por ello es un saber menos objetivo.

Como ya hemos indicado, la ciencia jamás se propone como objeto de estudio una totalidad -por ej. la sociedad capitalista- sino sólo ramas parciales de conocimiento: la economía, la sociología, la lingüística, la psicología, etc. Si buscamos información sobre su método de operar nos enteraremos, además de que la ciencia -es un método de conocimiento que aspira a formular leyes por medio de las cuales se rigen los fenómenos- y que la ley científica es -la comprobación empírica de una regularidad- (3) es decir, aquellos factores que se repiten o son comunes a diferentes objetos; la ciencia trabaja por abstracción, y no está interesada en lo que, por ser peculiar de un fenómeno, no se repite. Por el contrario, el método dialéctico va más allá: estudia totalidades concretas, las estudia en su particularidad, no por comparación, y busca lo que es nuevo e irrepetible en ellas. (La ciencia no puede estudiar un objeto en su individualidad; non es ciencia de particularibus: no hay ciencia de lo particular, sólo generalizaciones por comparación entre diversos objetos o fenómenos).

Relación entre ciencia y dialéctica

El hecho de que el método dialéctico sea diferente del científico, no permite al materialista menospreciar ni por un momento los resultados de las ciencias. El método dialéctico sólo puede descubrir lo que resulta, lo peculiar o específico (4) de la totalidad, estudiada a partir de los resultados que le aportan las ciencias sobre sus respectivas ramas de conocimiento; para comprender por qué los trabajadores asalariados españoles, actualmente -totalidad bien concreta- están tan desconcertados, hay que conocer los resultados que aportan la economía, la sociología, las ciencias que estudian las instituciones, el pensamiento actual, las que estudian la actividad política -en concreto, la de ciertas organizaciones- etc. Una vez conocidos estos datos científicos habrá que dilucidar cómo se relacionan entre sí, como se interaccionan al conformar el todo. El estudio dialéctico presupone un inmenso esfuerzo científico previo, y consiste en la articulación de todos esos conocimientos para descubrir qué es lo peculiar y explicar su causa. Todo intento de estudio dialéctico que no parta de la ciencia no es más que palabrería y engaño de la peor especie -de la que puede conducir a una matanza como la de Chile de 1973, por ejemplo (5) (vid. Lo expresado bajo el epígrafe Qué quiere decir "dialéctica").

Para qué sirve la dialéctica

Si ya las ciencias estudian, en sus diversos aspectos, la sociedad, es legítimo preguntarse para qué sirve el estudio dialéctico de la misma; la respuesta es sencilla: para hacer la revolución. Solamente si conocemos perfectamente la sociedad capitalista, no sólo en la que la hace común con los anteriores sino precisamente en lo que su organización peculiar, en lo que la tipifica o diferencia como civilización, solamente si comprendemos con precisión, además, su aquí y su ahora, y captamos los indicios de sus transformaciones parciales, podremos plantearnos articular conscientemente una acción revolucionaria que desenmascare sus contradicciones, incida sobre sus puntos débiles, conecte a la inmensa mayoría de la sociedad ya sea lo suficientemente eficaz como para permitirnos guiar un proceso revolucionario triunfante. Sin este enorme esfuerzo teórico, científico y dialéctico no habrá revolución; como escribió Lenin "sin teoría revolucionaria no hay revolución".

Bibliografía Introductoria

Manuel Sacristán

"La tarea de Engels en el anti Duhring" en Sobre Marx y marxismo, ed. Icaria. B. 1983, pp.24-52

"El trabajo científico de Marx y su noción de ciencia", mismo libro pp. 317-67. Texto más complejo que el anterior, y en el que se recalca la idea, muy interesante, que define al marxismo, en tanto que visión del mundo como -en síntesis- metafísica autorregulada por la utilización consciente de los resultados científicos.

Valentino Gerratana

"Interpretaciones del anti Dhuring" en Investigaciones sobre la historia del marxismo, Ed. Grijalbo. Col. hipótesis B. 1975, pp. 147-184

"Marxismo y darwinismo" mismo libro pp. 97-145. Se centra en el tema de la dialéctica de la naturaleza.

George Lukács

"¿Qué es el marxismo ortodoxo?" en Historia y consciencia de clase; ed. Grijalbo B. 1969, p. 1-28.

Sebastino Timpanaro

Praxis, materialismo y estructuralismo. Ed. Fontanella, fundamentalmente sobre dialéctica de la naturaleza; puede confrontarse con el segundo artículo de Gerratana, en el que hay un apéndice en el que critica el libro, pero lo reconoce fundamentalmente acertado.

Robert Havemann

Dialéctica sin dogma, Ariel Quincenal B.

Hay un libro sobre el tema que es muy citado y elogiado, pero que no puedo recomendar por no haberlo leído: Karel Kosík: Dialéctica de lo concreto, Ed. Grijalbo; dejo aquí constancia de su reputación.

NOTAS:

(1) "Normalmente llamamos materia a aquellos objetos que tocamos, vemos, usamos, los elementos que utilizamos en nuestro trabajo, y nuestro propio cuerpo incluso -la "naturaleza" en general-, pero excluimos de tal palabra al pensamiento, las sensaciones, los sentimientos, etc; es decir, todo lo que denominamos espiritual, o intelectual. Esta división está originada por la ideología religiosa, la cual divide al ser humano en "alma" y "cuerpo". La ciencia enseña que esas actividades "del espíritu" son también materia, no sólo porque están localizadas en el cerebro, sino porque, como demuestran los estudios realizados, consisten en pequeñas descargas eléctricas, de voltaje mínimo, que recorren el cerebro. El pensamiento no es sino un estadio más complejo y rico de la materia, en la que ésta adquiere consciencia de sí misma -el ser humano-.

(2) Totalidad, conjunto, sistema, estructura y formación son palabras sinónimas, a todas las cuales se les puede aplicar la definición dada.

(3) Gabriel Ferrater. Diccionario filosófico. Vol. I pp. 283-87 y vol. II p. 46-48.

(4) Peculiar, característico, específico, típico, particular, son palabras usadas por diferentes autores marxistas para expresar lo mismo.

(5) Cuando tratamos el caso de Chile -que es ejemplar- habitualmente zanjamos la cuestión considerando que fue una experiencia de la izquierda triturada por un criminal golpe de estado militar. Pero no reflexionamos sobre el tipo de análisis sobre la realidad, realizados por la izquierda, y que fueron tan desacertados, tan apartados de la realidad como revela el trágico final de esta historia; estos análisis partían de la idea de que la burguesía chilena y los monopolios yankis "se dejarían hacer" intimidados por el tremendo susto de las urnas; que los partidos de derecha, incluida la bestial democracia cristiana -ahora tan "demócrata", pues tiene posibilidades de volver al gobierno- serían "buenos perdedores"; que los aparatos de estado, con el ejército a la cabeza, eran instituciones "al servicio del pueblo" y lo "acatarían", etc. etc. Todos estos "análisis" de color de rosa y final feliz, que no se basaban en la comprensión de la realidad del Estado burgués, tanto el chileno como de cualquier otro en cualquier época -por ej. España 1936- condujeron a la catástrofe que conocemos. Sabemos perfectamente quiénes son los asesinos. Pero la izquierda, cuando hace malos análisis, cuando no usa el método dialéctico, cuando en lugar de basarse en la ciencia se basa en los "sueños de la razón" tiene también una gran responsabilidad histórica; ya lo dijo Goya -y todos los comunistas debemos recordarlo- "los sueños de la razón producen monstruos".



Texto aparecido en el núm. 57 del periódico Avant, pág. 4. 15 de septiembre de 1983. Encabezaba el artículo un título del periódico: "Centenari de Marx", y, más abajo, "Un método de investigación científica". El artículo se encuentra disponible online en el arxiu Josep Serradell.

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